Me atrevería a decir que este semestre trajo la mejor oferta de teleseries de las 20:00 hrs. en años. Desde “Machos”, para contribuir al cliché. Es alentador, y dan ganas de que una de las dos sea nocturna para poder ver tranquilo la otra. Porque una parte de mí se arrepiente de haberse perdido un capítulo de la soberbia “Primera Dama” para ver el estreno de la enigmática “La Familia de al Lado”, el debut de José Ignacio Valenzuela en TVN.
El primer capítulo, como es -mala- costumbre en las teleseries nacionales, fue un desafío mayor para los que tenemos algo de déficit atencional: pasaron tantas cosas por segundo que a ratos se hacía imposible pestañear sin que eso afectara la comprensión de la trama. A ratos provocó esa sensación de teleserie ochentera con cincuenta personajes, en la que uno no entendía todas las relaciones entre ellos ni se aprendía todos sus nombres sino hasta el segundo o tercer capítulo.
Todo eso, sumado al afán por descubrir la verdad detrás de la muerte de Hugo, el ex marido de Ignacia (Luz Valdivieso), más la del jardinero que sabía -y le dijo a Gonzalo (Álvaro Rudolphy)- más de lo que debía, le da a “La Familia de al Lado” un alto potencial de adicción, y permite al espectador hacer gimnasia mental elaborando las más descabelladas teorías para explicar los múltiples misterios y las densas relaciones entre personajes. Gran desafío para el “Chascas” Valenzuela, quien deberá sorprender al público y estar a la altura del impacto y el morbo que la resolución de los enigmas promete.
“La Familia de al Lado” es una teleserie complicada, racional, que exige atención y, hasta ahora, carece de emoción: en este primer capítulo fue casi imposible encariñarse u odiar mucho a algún personaje, incluso al desagradable Javier (en una brillante actuación de Jorge Zabaleta). Es una propuesta similar en intensidad dramática a su competencia, pero opuesta en espíritu: “Primera dama” es más emocional que racional, más femenina que masculina, más teleserie mexicana que serie gringa, lo que seguro hará que ambas se dividan el público de forma más o menos equitativa. Ninguna merece arrasar con la otra. Aunque acá canse ver siempre a los mismos actores (Rudolphy, Valdivieso, Zabaleta, Swett, Guazzini) y al mismo micromundo de matrimonios ABC1, aunque estén esos extraños personajes de comedia que aparecieron treinta segundos, y al encargado de efectos de sonido y edición den ganas de asesinarlo.
Por su densidad y la concentración que requiere de parte del público, el horario nocturno parece más apropiado para esta teleserie (y sería fabuloso que desplazara a la aburrida “40 y tantos”), pero la intención de rescatar de la intrascendencia al viejo horario de las 20 hrs. es justa y necesaria. Aunque el camino más viable para esa hazaña parece ser el melodrama clásico modelo siglo XXI que propone “Primera Dama”, puede que la potencia de esta historia, sumada al rating y al peso de TVN como área dramática, digan lo contrario.