El caso de Pedro Grez y su disruptiva estrategia para bajar de peso plantea un interesante debate acerca de la autoridad de los especialistas y de la cobertura de temas de salud en televisión abierta.
Por su indudable relevancia el tema de la obesidad y la baja de peso es número puesto en los medios de comunicación. Con bastante frecuencia, los matinales y programas de servicio entrevistan a especialistas y sugieren dietas que supuestamente ayudarían a perder los kilitos de más y a rebajar cintura. También ha dado pie a verdaderas industrias, muchas de ellas cuestionadas, como las de los suplementos alimenticios (Herbalife, Omnilife) y las de jugos de frutas raras, como el Noni y la Moringa, esta última promovida por Juan Andrés Salfate en La Red hasta hace algunos meses. La última novedad al respecto es la contraintuitiva propuesta del diseñador industrial y emprendedor avecindado en La Unión Pedro Grez, que con una dieta basada en el consumo de grasas saturadas y la supresión absoluta de los azúcares y carbohidratos ha logrado captar la atención del público y provocado la indignación del “distinguido cuerpo de médicos y nutricionistas”.
No es que Grez haya aparecido de la nada. Antes de su comentada aparición en el “Muy Buenos Días”, estuvo más un mes rotando en diversas radios como Cooperativa, Tele13 Radio, Infinita y FM Tiempo, y vendió su libro “Los mitos me tienen gordo y enfermo» solamente a través de envío por correo. Incluso apareció en el matinal de Mega “Mucho Gusto”, el de mayor rating por masacre, y no pasó mucho con él. Sin embargo, en un momento dado prendió como pasto seco. Su libro salió a la venta masiva en librerías y logró romper el monopolio de Jorge Baradit en los rankings de ventas editoriales, y logró notoriedad mediática por sus visitas al «Muy Buenos Dias», donde está elevando el rating, lo que motivó el airado cuestionamiento por el colegio de nutricionistas universitarios.
Pedro Grez ha sido bastante explícito en reconocer que no es especialista en la materia, sino que es un enfermo al borde de la diabetes y a punto de corchetearse el estómago que un buen se puso a averiguar en Internet acerca de su dolencia, se encontró con muchas sorpresas que contravenían lo que le decían sus médicos, decidió experimentar consigo mismo, mejoró su salud y decidió compartir su experiencia. El libro, aparte de ameno y muy bien escrito, está sumamente bien documentado, lleno de datos duros y de referencias que cualquiera puede seguir, y sintoniza con conocidos documentales como «Fed Up», «Food Inc» y «Super Size Me», que cuestionan fuertemente a la industria alimentaria y nutricional. Tiene mucho más fundamento que el jugo de Moringa de Salfate, por ejemplo. Además, da a entender que los médicos y nutricionistas chilenos tienen un serio problema de actualización de sus conocimientos, pues seguirían prescribiendo tratamientos que fueron dejados de lado en el mundo desde hace una década. Lo que propone Grez no es un invento de él, se llama dieta cetogénica y existe amplia información acerca de ella en internet.
No resulta de extrañar que la comunidad de médicos y nutricionistas haya saltado indignada ante esto. A gente que se ha quemado las pestañas estudiando y que vive de esto no le puede hacer gracia que un advenedizo sin estudios se ponga a dictar pautas sobre los temas de su especialidad, gane notoriedad y credibilidad con ello y más encima los haga ver como vendidos y obsoletos al cuestionar y ningunear lo que han dicho históricamente médicos y nutricionistas sobre el bajar de peso. Eso les debió patear más el hígado que un desayuno en el McDonalds. Al menos en un comienzo, la reacción del colegio de nutricionistas ha sido de una cerrada defensa corporativa, más propia de una secta o de un grupo de interés que de una asociación de profesionales, que ha consistido en un lapidario ninguneo de entrada a las ponencias de Grez sin más argumento que el “no tener título universitario”. No ha aparecido ninguna refutación al contenido del libro, y es muy probable que ni siquiera se hayan molestado en leerlo. Además, creo que se demoraron bastante en reaccionar. Solamente lo hicieron cuando el libro se transformó en superventas y cuando Grez la rompió en rating en el «Muy Buenos Días». No se escuchó nada de ellos cuando Grez rotaba por diversas radios y pasó sin pena ni gloria por el “Mucho Gusto”. Cabe preguntarse si la reacción fue por el contenido o por el revuelo mediático.
Esto se reduce a “nosotros somos los especialistas, hemos estudiado y tenemos el título que así lo acredita, por lo tanto somos los únicos que podemos opinar al respecto”. Eso podrá servir en un ambiente académico, pero no ante la opinión pública. En principio, resulta evidente que la opinión de una persona que ha invertido años de esfuerzo en especializarse en un tema debiera tener más peso ante la opinión pública que la de otro que no ha pasado por ese proceso. A la hora de hablar de actualidad económica, la opinión de Andrés Velasco tiene evidentemente mucho más peso que la de Rafael Araneda. Pero una cosa es el respeto que merecen los especialistas y otra muy diferente es tener que considerarlos como las únicas personas con derecho a opinar seriamente del tema.
Lo peor que puede hacer un científico o intelectual es actuar como si fuera parte de una secta o caer en la soberbia de considerarse parte de una “casta superior” por el hecho de tener un título universitario, magister o doctorado. Tal como constató Pablo Hunneus en “La Cultura Huachaca”, en el medio académico e intelectual todavía gozan de buena salud eso de “decir lo que todos saben en palabras que nadie entiende”; la idea de que “comunicar es rebajarse”; y el desconocimiento acerca de cómo manejarse ante la opinión pública y los medios. En ese sentido, no parece buena estrategia atacar sin contemplaciones a Grez, pues él aprovecha su notorio parecido a Richard Gere y su buen manejo mediático para asumir el papel de “rebelde perseguido por el establisment”. Mucho mejor manejo demostró el experto en sismología Marcelo Lagos cuando lo hicieron discutir con el brasileño Aroldo Maciel del “Red Quake Alert” en el «Buenos Días a Todos» hace algunos años. A pesar de que la teoría de placas tectónicas del amigo de Salfate parecía y sigue siendo muy dudosa, y que él y sus socios están lejos de tener las credenciales académicas correspondientes, Lagos no tuvo problemas en compartir panel con él, se mostró abierto y receptivo a sus planteamientos, no lo ninguneó ni lo basureó y hasta le dio el beneficio de la duda.
Un verdadero científico se caracteriza por ser abierto de mente y no dejarse llevar por prejuicios e intereses. Si se analiza la historia de la ciencia, nos daremos cuenta que muchos de sus grandes cambios de paradigmas han sido provocados por “outsiders” que no pertenecían a la comunidad científica oficial, que incluso fueron fuertemente cuestionados cuando propusieron sus ideas, como Galileo o Copérnico. Además, en estos tiempos donde desertores universitarios como Bill Gates y Steve Jobs han cambiado al mundo con sus productos, ya no se puede ningunear tan fácilmente a los que no tienen título universitario. En estos tiempos de Internet, donde toda la información está disponible a un click de distancia, cualquier persona bien preparada que se lo proponga y se dé el tiempo necesario, está en condiciones de adquirir conocimiento de temas que no son de su especialidad al punto de poder discutir en buena posición con un especialista en la materia, e incluso ser capaz de ganarle la discusión si lo pilla volando bajo. Este podría ser perfectamente el caso de Pedro Grez, que no será especialista en salud pero tiene estudios universitarios y claramente no viene recién bajando de un árbol.
El tema da para un debate, pero uno serio y con fundamentos, en programas como «El Informante» o “Modo Termómetro”, donde Grez se confronte con nutricionistas que hayan realizado previamente la pega de leer el libro, seguir las referencias que dejó, compararlas con su propio conocimiento y experiencia. Una discusión con argumentos y pruebas por ambos lados sería de gran utilidad para la opinión pública.