La conmoción causada por los últimos temblores demuestra que el traumático recuerdo del 27-F sigue en la memoria de los chilenos a más de dos años de ocurrido. Y en medio de este ambiente, no resulta extraño el revuelo mediático causado por la aparición del denominado grupo “Quake Red Alert”. El tratamiento televisivo que se le dio al cuarteto de brasileños predictores de terremotos es una demostración de lo mal que se tratan los temas de divulgación científica en la TV chilena.
Todo surgió del supuesto acierto del inefable Juan Andrés Salfate al temblor del martes 17 de abril. El calvo “gurú” de La Red señaló que solamente era informante de un grupo de brasileños llamado “Quake Red Alert” que dedican sus ratos libres a predecir terremotos. Ninguno de ellos tiene estudios formales en ciencia (son publicistas y comunicadores audiovisuales), aunque uno de ellos es aficionado a las matemáticas y tienen el apoyo de un ignoto académico de una ignota universidad del país de la samba. ¿Su teoría? Una mezcla de análisis estadístico, nociones elementales de tectónica de placas y algoritmos desconocidos. Dicen que han acertado cerca de 800 temblores, pero su método es cuestionado por lo vagas de sus predicciones y por no haber publicado aún su teoría (aunque prometieron hacerlo).
¿Por qué a todos los canales les dio por invitar a sus programas a estos improvisados “sismólogos”? ¿Una impulsiva predilección por la divulgación científica? Pamplinas. Todo fue por el cochino rating. Como, gracias a Salfate y sus “dateros” brasileños, “Mañaneros” había logrado equiparar al “Buenos Días a Todos” y a “Bienvenidos” en la competencia matinal, los “creativos” de los canales grandes tuvieron que sacar lucas de la cuenta corriente para llevárselos y así evitar que La Red se les metiera “por los palos”. Así, en una semana tuvimos al “Quake Red Alert” hasta en la sopa. En el “científico” programa “Secreto a Voces” los trataron como fenómenos de circo. ¿Qué demonios hacían Patricia Maldonado, Andrés Mendoza y Andrés Baile hablando de sismología? Trajeron a un sismólogo “de verdad”, pero su participación fue poco menos que un saludo a la bandera. Además, resultó esquizofrénico que este tema compartiera programa con el escándalo de poca monta entre Pablo Schilling y Kel Calderón. Por el contrario, en el BDAT el tema fue mucho mejor tratado, pues pusieron a uno de los brasileños en abierto diálogo con el mediático sismólogo Marcelo Lagos. Entre las chapurreadas explicaciones del “datero” y las contextualizaciones de Lagos, se logró una mayor comprensión del tema. El propio Lagos dijo algo muy sensato: no se puede descartar a priori esta teoría porque desafíe al conocimiento existente o porque provenga de gente ajena a la comunidad científica. Muchos de las grandes revoluciones científicas partieron de manera similar. Sin embargo, las teorías de estos brasileños tienen que ser publicadas y analizadas por la comunidad científica para que tengan algún grado de validez. Otros medios de comunicación dictaron cátedra de tercermundismo periodístico. Los que llevaron el pandero fueron los de “La Cuarta”, que invitaron a los brasileños a tomarse un “terremoto” en Valparaíso.
Esto me recuerda lo sucedido con el robot “Arturito”, invento de un ingeniero eléctrico de la USACH cuyo funcionamiento se basaba en una “nueva ciencia” que más parecía un guión del “Fantasma del Espacio” que una teoría científica seria. Este personaje logró captar la atención de los medios e incluso de algunas autoridades, hasta que tuvo la poco feliz idea de hacer una exposición en la Casa Central de la Universidad Federico Santa María de Valparaíso, en donde la audiencia (compuesta por académicos y estudiantes de ciencias e ingeniería) se lo comió con zapatos. Después de ese episodio, nunca más se supo de “Arturito”.
Temas como estos tienen que ser tratados en TV por científicos con formación periodística o periodistas especializados en ciencia. Lamentablemente, en la TV chilena no hay gente lo suficientemente competente para tratar los temas de divulgación científica. Desde que se murió Hernán Olguín nadie ha sido capaz de hacer la pega de manera completa. Patricia Espejo (“Vida”) y Rossana Bontempi (“Diagnóstico”), ambas ex esposas de Olguín, se han centrado en la medicina. Eric Goles (“Enlaces”) apenas fue una golondrina que no hace verano. Soledad Onetto (“Estamos Conectados”) no es periodista especializada en el tema (ni le conviene en términos de su carrera). Ahora último está emergiendo la periodista Andrea Obaid, con su programa “Tecnociencia”, que dio el salto de la radio Cooperativa al canal 13C.
Los que tienen alguna cultura científica saben distinguir la paja del trigo, pero la gran masa de gente le cree a pie juntillas a todo lo que sale en la TV y en los medios sin el menor análisis. Por ello, resulta complicado que se le haga propaganda a personajes de dudoso peso científico, y que en cambio se le dé poca bola a los que hacen ciencia de verdad (si no fuera por el 27-F, nadie conocería a Marcelo Lagos). Se le está dando a Salfate un carácter de “autoridad científica” que está muy lejos de merecer. Salfate es al mundo de la ciencia es lo que la “Tigresa del Oriente” es al mundo de la ópera. Hay muchos que dedican su vida al estudio de la ciencia y que por ello merecen respeto. Cualquiera puede opinar de cualquier cosa, pero no todas las opiniones son válidas. Obviamente le voy a creer más a Andrés Velasco hablando de economía que al “Negro” Piñera hablando de economía.
Obviamente la divulgación científica “de verdad” tiene poco lugar en la TV abierta. Por el contrario, en el cable se ven cientos de ejemplos de programas de divulgación científica sumamente entretenidos y atractivos. Es cosa de darse vuelta por el “Discovery Science” para ver cómo la ciencia se puede hacer televisivamente atractiva. La idea de “programa científico = programa fome” no resiste análisis. Para hacer ciencia entretenida en TV no es necesaria una serie como “The Big Bang Theory” (que es destacable en todo caso) o payasadas con gas como en “El Hormiguero”.