Noche piola. El monstruo anglo dejó su lugar al monstruo pre-púber y púber que gozó con Jesse & Joy y Prince Royce. Alison Mandel hizo un gran papel.
Obertura: Gag planito protagonizado por Prince Royce.
Animadores y Backstage: las dos Carolas (De Moras y Mestrovic) maravillosas, y Rafa manejando los tiempos. La De Moras se ganó un “piquito” del calentón de Prince Royce como primer regalo de cumpleaños.
Dirección televisiva: Alex Hernández va a morir con la suya. Insistió con la challa audiovisual. Ahora se sumaron problemas de sonido durante el show de Jesse & Joy. El representante de Jamiroquai hizo un diagnóstico lapidario de su labor durante el show de la banda británica, dejándolo como un bueno para nada. No sé si querrá hacerse cargo del Festival de nuevo después de este evento, de donde saldrá más vilipendidado que el Obispo Barros después de la visita del Papa Francisco o el General Villalobos después de la Operación Huracán.
Jesse & Joy: “Los Pimpinela Millenials” hicieron un gran show, de tono muy similar al del 2014. La diferencia la marcaron algunas canciones nuevas, en particular “3 AM”, su coqueteo con el género urbano en colaboración con “Gente de Zona”. Son regalones de Radio Disney. Lo suyo es el pop acaramelado para adolescentes muy bien ejecutado y artísticamente más que respetable. Pensándolo bien, resulta más acertado compararlos con The Carpenters que con Pimpinela, por el estilo dulzón de su música y porque, al igual que el dúo estadounidense, la que se lleva el peso del espectáculo es la hermana Joy, mientras que el hermano Jesse tiene un rol más bien secundario. Joy merece análisis aparte. La vocalista es como la compañera de colegio ideal: linda, carismática y dulce. Un verdadero ángel. Y además canta maravillosamente. Tiene voz y condiciones como para pensar en música más sofisticada, como R&B, soul o raíz folklórica a lo Natalia Lafourcade. Resultó impactante ver su arrastre dentro del público juvenil, y la buena recepción que genera en los padres de sus fans. En suma, son el antídoto perfecto contra el reggaetón y al trap. Merecida Doble Gaviota. Ojalá que para la próxima vez muestren mayor evolución artística, que trasciendan de la balada dulzona para teenagers. Talento y capacidad tienen para ello.
Alison Mandel: La “loca de la piña” pasó la prueba con honores. Simpática, agradable, entretenida y con mucho oficio. Presentó una rutina de tono claramente feminista, pero marcada por el relajo y la carencia de toxicidad emocional. Se dio un despiadado festín con su marido Pedro Ruminot, que la vio desde el palco, se emocionó con su doble gaviota, y de paso recibió una clase magistral de su mujer acerca de cómo rematar las rutinas. Alison se ganó ambas Gaviotas en muy buena lid. Honestamente, creo que Alison estuvo más acertada que Bombo Fica, y se mereció más los premios que el natural de Purén. Fue más regular y constante, nunca perdió el hilo de la rutina y no rellenó con “paja molida”.
Prince Royce: El bachatero estadounidense se evidenció como un aventajado discípulo de la escuela de Romeo Santos. Optó por la grandilocuencia y líbido descontrolado del ex Aventura en vez de la sobriedad y virtuosismo artístico de Juan Luis Guerra. Royce es como el hermano menor de Santos, igual de calentón aunque con voz más varonil. Le regaló un piquito a la cumpleañera De Moras y subió al escenario a dos fans, una paraguaya y otra chilena. La guaraní salió más caliente que él, al punto que la tuvo que bajar del escenario con ayuda de guardias, mientras que la chilena fue más piola y se ganó un piquito de Royce. Fuera del efectismo, el bachatero lució su repertorio y se ganó su doble gaviota.