Mega ya estrenó por sus pantallas el remake de la popular teleserie original que TVN transmitió en 2008. Al respecto, los fans no se miden al momento de hacer odiosas comparaciones y por eso, consultamos a Roberto Farías, Buenaventura en remake de “El Señor de la Querencia”, cómo se siente sobre este tipo de comentarios.
En la edición original de la cruda ficción nocturna, el extremadamente fiel y sumiso capataz de José Luis Echeñique fue encarnado por Álvaro Espinoza. Precisamente su interpretación sacó varios aplausos y quedó plasmado como un personaje icónico para los fanáticos de las teleseries.
Ahora, con el remake de “El Señor de la Querencia”, es Roberto Farías el actor encargado de dar vida a Buenaventura. En esa línea, al igual que con el resto del elenco y la producción en sí, los televidentes de igual forma comparan su rol con el original.
Al respecto, Fotech.cl tuvo la oportunidad de hablar en exclusiva con el artista, quien nos reveló cómo se siente el ser parte de este proyecto, el cómo se preparó para el desafío e, incluso, su experiencia trabajando con jóvenes y nuevas promesas.
Roberto Farías se sincera sobre “El Señor de la Querencia”
Roberto, ¿Qué tal ha sido el desafío de encarnar a Buenaventura? ¿Cómo has ido trabajando este personaje?
Los personajes, más que desafiarte, tocan tu corazón, tocan tu miseria, tus virtudes. Cada vez que uno enfrenta a un personaje nuevo, siempre hay algo de eso, donde uno puede investigar, indagar. Y en mi caso, yo viví mucho tiempo en el campo cuando niño, entonces tengo muchos referentes de ahí, de cómo viven, sobre todo estos feudos de antes, donde la gente solamente trabajaba para poder vivir, es decir, prácticamente por un sueldo miserable y les daban casa, un pedazo de tierra. Mi tío Sergio trabajaba de sol a sol. Era duro, muy duro. Conozco ese lugar y, quizá, ese sea el desafío: Reencontrarme de nuevo con ese lugar, donde fui muy feliz, en el campo.
Lo vivo trabajándolo así, siempre desde el presente, observando las situaciones desde el ahora. Obviamente que uno nunca termina suficientemente satisfecho y eso es bueno. Nunca hay que estar satisfecho. Ahora que estamos terminando de grabar la teleserie, pienso y digo: lo pude haber hecho distinto… Y es que nunca está terminado el trabajo, pero es así. Después del partido, todos somos campeones.
¿Cómo has sentido las comparaciones de tu personaje con el de la edición original?
En realidad, no he sentido nada con respecto a las comparaciones, porque creo que eso que nos tiren a nosotros los actores a competir entre nosotros para ver quién lo hace mejor o peor, creo que no es bueno. Creo que habrá personas que se hacen cargo y otras que no. En ese sentido, las redes sociales también ocupan ese lugar. (No estoy) Ni para los buenos comentarios ni para los malos, creo que las redes sociales, así como pueden vanagloriarte o levantar tu ego, también te pueden hundir y pueden ser tu verdugo.
Entonces, ni para bien ni para mal, no me hago cargo de eso (…) Más allá, creo que las reversiones corresponden a la modernización de las cosas. Cada actor o actriz tiene su corazón y un alma distinto, a uno le dan un texto y cada uno tiene una manera distinto de hacerlo. No somos industria para entrar en comparación. Ni siquiera vi la versión anterior para saber cómo lo hizo el actor que encarnaba a Buenaventura antes. Lo debe haber hecho muy bien.
¿Qué te parece que el guion original no se haya adaptado? ¿Crees que influye en las comparaciones?
Siento que los textos, los guiones, lo que está escrito, está hecho para que uno los haga mil veces, si uno quiere. Si uno se va a los textos clásicos, entonces Hamlet estaría constantemente siendo comparado (…) Son visiones distintas que corresponden a distintas épocas y distintos actores. Para eso nosotros fuimos formados, para poder enfrentar cualquier texto y no necesariamente compararlo, porque son almas, personas, directores, tiempos distintos.
Creo que un tiempo no corresponde a otro, un tiempo no se compara con otro, un artista no se iguala a otro. Creo que también estamos metidos en el territorio de los gustos, en gustos no hay nada escrito, y todo es tan subjetivo. Una persona puede encontrar que un actor es lo más grande que hay, que nadie más lo puede reemplazar aunque ese actor se repita o no sea lo suficientemente profundo y otras personas que lo van a detestar aunque el tipo haga el rol de su vida. Es así, estamos en territorio de gustos y en eso, no hay nada que hacer. Uno tiene que ser feliz con lo que hace, eso es lo más importante, poner todo el corazón y amor en lo que uno hace.
Roberto, para terminar, ¿Cómo ha sido trabajar con Vanessa Peric, que debuta en las teleseries?
Trabajar con la Vanessita ha sido maravilloso. Es una niña con mucho talento, muy receptiva, que tiene mucha hambre de actuar. Si uno es lo suficientemente receptivo también, uno se identifica con eso. Entonces creo que la misión está en devolver esa mano. Quizá a muchas personas les pasa que no reciben ese calor, ese apoyo, esa contención las primeras veces que trabajan (en TV), porque es un espacio igual fuerte, intenso, es un lugar con mucha energía, puede ser un poquito apabullante, generar ciertos temores estar ahí cuando uno no tiene las herramientas y está recién empezando.
Por eso creo que esa mano hay que devolverla siempre y con las personas que están empezando, uno, reflejarse ahí y darles y brindarles todo lo que a uno le dieron, o no le dieron. Si uno no fue lo suficientemente contenido, uno contener, dar sugerencias, tips, cosas, apoyar. Y si a uno le dieron, repetir eso. Siempre hay que continuar con la cadena, ayudarnos entre nosotros.