El 2020 estará cargado de votaciones: el plebiscito constitucional de abril y las elecciones de alcaldes, concejales, (eventualmente) gobernadores regionales y constituyentes de octubre. Y, al menos para las elecciones asociadas al proceso constituyente, habrá franja política en la TV abierta.
En una polémica decisión, el Consejo Nacional de Televisión (CNTV) declaró que la franja para el plebiscito de abril solamente incluirá a los partidos políticos y dejará afuera a los independientes y organizaciones ciudadanas, lo que ha generado su molestia.
De partida, ¿qué tan importante o decisiva es esta franja televisiva? Quizás el poderoso y recordado precedente del plebiscito de 1988 hace que le demos a este segmento televisivo mayor peso del que tiene. Tal como reflejó la película “¡No!”, una buena parte de la victoria de la oposición a Pinochet se explicó por la notable factura televisiva y conceptual de la Franja del No y su brutal contraste con esa película de terror cutre que fue la Franja del Sí. En las elecciones posteriores, salvo algunos aciertos mediáticos en algunas franjas del Partido Radical y memes como el “Rosa de Aric”, han pasado más bien sin pena ni gloria, y no parecen haber tenido mayor incidencia en los resultados de las votaciones.
Si a esto sumamos la crisis en la industria televisiva y el auge de internet, la duda se acrecienta. Con una mano en el corazón, habiendo YouTube y redes sociales, ¿importa tanto la franja electoral de la TV abierta?
Creo que, en vez de quejarse con el CNTV y pelear por el acceso a unos pocos segundos en la cada vez más venida a menos TV abierta, estas organizaciones ciudadanas le harían un mejor favor a su causa aprovechando las bondades de la globalización y hacer campaña intensiva vía YouTube y redes sociales, en donde disponen de todo el tiempo que quieran y no tienen los cortapisas de la TV tradicional? Ya mucha gente, tanto partidarios como contrarios al proceso constituyente, lo está haciendo. Twitter está lleno de memes sobre el tema, y están empezando a proliferar canales de YouTube al respecto. Grupos políticos en formación, como los denominados “Libertarios”, están aprovechando a full las redes para organizarse, juntar masa crítica y propagar su mensaje.
Otro tema aquí es el desprestigio de la TV abierta por su cobertura del estallido social. El estudio “Termómetro Social” del Núcleo Milenio en Desarrollo Social (DESOC) le dio a los noticiarios de TV abierta un escuálido 3,6 (en escala de 1 a 10) de confianza como fuente de información, por debajo de vecinos y amigos (6,7), la radio (6,0), las redes sociales (5,9) y los diarios (4,2). Incluso a pesar del flagelo de las fake news y su importancia en los triunfos de Trump y Bolsonaro, la gente confía más en las redes sociales que en la TV abierta, a la que se mira con sospecha por sus decisiones editoriales que son criticadas ya sea por su excesiva cobertura a los destrozos, porque se trata con demasiado guante blanco a ciertos entrevistados “poderosos”, porque los rostros de TV no dan el ancho para gestionar discusiones de este tipo, porque mezclan panelistas preparados con “pasteles” que vienen a puro dar jugo, etc.
Tal como he planteado en artículos anteriores, el público objetivo de la TV abierta se compone principalmente de adultos mayores y de personas cuyas labores se centran en el hogar, como dueñas de casa o empleadas domésticas. Los jóvenes y adultos jóvenes hace rato que dejaron de lado la TV tradicional y se ha decantado por Netflix e Internet. En un contexto de voto voluntario, en el cual los jóvenes suelen abstenerse y los adultos mayores votan masivamente, la franja televisiva podría tener sentido. ¿Y si se establece el voto obligatorio y/o los jóvenes se motivan y votan en masa? Ahí entrarían a pesar mucho los mensajes vía Internet.
Por lo que se ha visto en la propaganda publicada a la fecha, los partidarios del “rechazo” al proceso constituyente parecen no haber aprendido nada del costalazo de 1988, e insisten en el uso intensivo del miedo, amenazando al estilo Pastor Soto con “Chilezuela” y otras catástrofes apocalípticas en caso de que se desarme SU institucionalidad. Sospecho que la receta del terror, como diría el muñeco Melame, “no va a resultar”. Lo de “Chilezuela” alcanzó para asegurarle la presidencia a Piñera, pero sospecho que la gente ya está curada de espanto, pues además han visto que el mismo Piñera fue el que terminó trayendo a “Chilezuela” con su horrible manejo de la situación. Además, la falta de calle les sigue llorando a mares. Respecto a los de “apruebo”, creo que hace falta informar de manera inteligente a la ciudadanía acerca de los alcances de este proceso, con el fin de inmunizarla comunicacionalmente de las campañas del terror del otro lado. Esta es una oportunidad única para cambiar el modelo y sería un epic fail histórico farreársela.
Lo que se viene es una intensa batalla comunicacional y publicitaria, que va acompañar el proceso más importante en el último tiempo para la vida política del país.