La primera jornada fue el sueño dorado de los auditores de Radio Oasis. Por el tipo de artistas y el público que asistió, parecía más una gala del Casino que el Festival de Viña del Mar. Será con toda certeza la noche más fuerte desde el punto de vista de calidad artística.
Obertura (6.0): La mejor de los últimos años. Por fin se les ocurrió poner al BAFOCHI. Una puesta en escena cargada al nacionalismo, ad hoc con el Bicentenario. La canción de Juan Carlos Duque me recordó los himnos de propaganda de gobierno de la década de los 80.
Animadores (6.3): Mucho más relajados que el año pasado. Se mostraron hasta lúdicos. Por fin salió a relucir el Felipe Camiroaga chacotero y pelusa del “Buenos Días a Todos”. Notable la talla a los dos calvos gerentes de los canales de TV. Soledad Onetto sólida como siempre, y regia como nunca con ese vestido magenta del final de la jornada. No se los puede culpar de apurar la entrega de premios. Lo tienen que hacer para lograr que todo fluya más rápido. No se mandan solos. Camiroaga se tomó con humor la talla de la moto “Fernanda”
Coco Legrand (6.8): Si un humorista tenía que abrir el Festival, era el gran Coco. Su actuación estuvo de acuerdo con su legendario status. Nos hizo reír y pensar, al igual que en su recordada actuación el 2006. Además de Pilar Sordo, Legrand se basó en Paul Johnso y en Fernando Vigorena, un verdadero “gurú” del emprendimiento. Merecidos, aunque algo apresurados, los cuatro premios ganados. Un triunfo del verdadero maestro del “Stand Up” en Chile.
Valentín Trujillo (6,5): Un momento emotivo. Un justo reconocimiento en vida a uno de los personajes más queridos, respetados y entrañables del espectáculo chileno. Todo fue emocionante: el saludo de Don Francisco; el duelo de pianos con sus hijos y nietos; el otro nieto (la versión rubia de Américo) cantando al estilo Michael Bublé. Si bien los premios fueron más por la trayectoria y el cariño que le tiene el público, su performance demuestra que talento y pericia le queda todavía. Ojalá pueda estar muchos años más deleitándonos con su arte.
Paul Anka (7.0): Partió a la 1:30 AM, y de una manera sorprendentemente transgresora. Desde “El Malo” en el 2000 que un artista no salía al escenario desde el público. Sus dos primeras canciones “Diana” y “You are my destiny” las cantó en la platea. Una vez instalado en el escenario, Anka hizo gala de toda su “cancha”. Me recuerda la inolvidable performance de Tom Jones el 2007. Al igual que el “Tigre de Gales”, se ve en excelentes condiciones físicas y de voz para su edad. El canadiense vino con una orquesta de lujo (se mandó un solo de miedo), y un repertorio repleto de canciones clásicas. Las hizo todas: rindió emotivos homenajes a Michael Jackson, Sammy Davis Jr y Frank Sinatra. Mostró sus extraordinarias versiones “swing” de temas rockeros como “Jump” de Van Halen y “Smells Like Teen Spirit” de Nirvana. Hizo versiones propias de temas de The Beatles (“Twist & Shout”) y Creedence Clearwater Revival (“Proud Mary”). Faltando 10 minutos para las 3 de la mañana, nadie se quería ir. El triple pack es muy poco para su calidad. Con el debido respeto al resto de los artistas, está más que claro cuál va a ser el mejor show de este año. Y si no es el mejor show de la historia del Festival, está dentro de los tres primeros, junto con Tom Jones el 2007 y Simply Red el 2009.
Competencias: En la internacional, bien los Difuntos Correa. De las otras, me gustó la versión con variante rapera de “Eres tú”. La versión de “El día que me quieras” era copiada a la de Luis Miguel, y el cantante mexicano realmente insufrible. En el folklore: fuera de la bella cantante colombiana, nada rescatable.