Nuevamente en el primer plano. Primero por su exitosa performance en “Pelotón”, donde llegó a la final y salió con imagen renovada y con el semental árabe Nabih Chadud comiendo de su mano. Luego, su viaje “de negocios” a Norteamérica, a donde se le vio entrando a la casa del califa Nº1 de Hispanoamérica, Luis Miguel. Luego, la pifiadera monumental que recibió en la ceremonia de entrega del “Copihue de Oro”, y para finalizar, la grabaciones que circula en Internet en la cual se escucha a una Kenita Larraín “chucheta” hablando de un “Chino Ríos” alcoholizado y un “Bam-Bam” Zamorano maltratador de mujeres.
¿Modelo?, ¿”Dama de Compañía?, ¿Trepadora? ¿Inocente víctima de las circunstancias? Mucho se dice de María Eugenia Larraín. Una espectacular rubia que se ha ganado un lugar en la farándula nacional a costa de romances con famosos y un notable sentido de oportunidad. Saltó a la fama con su relación con Iván Zamorano, la cual terminó con la cancelación de su matrimonio a días de consumarse, con toda probabilidad el mayor hito noticioso de la historia de la farándula chilena. Luego conquistó a otro deportista top, Marcelo Ríos, con quién se llegó a casar, para posteriormente separarse luego de un aparatoso incidente en Costa Rica. Aún recuerdo las patéticas imágenes de Kenita en el Aeropuerto de Santiago en silla de ruedas y toda moreteada, como si proviniera de Afganistán.
Lo de su eufemístico título de “dama de compañía” resulta tentador… más tentador que Kenita bronceada y con bikini. ¿De qué otra manera se podrían interpretar sus frecuentes encuentros con Luis Miguel, personaje permanentemente rodeado de bellas mujeres, y a los cuales se le han atribuido affaires con bellezas como Luciana Salazar? ¿Qué ha hecho ella de importante en lo profesional, aparte de modelar, salir en TV y tener ojo con los pololos?
Recuerdo un chascarro en el “Buenos Días a Todos” durante las olimpiadas de Beijing, que incluso fue motivo de portada a página completa en LUN. El día anterior, Felipe Camiroaga entrevistó a Kenita, y en medio de ésta el conductor le robó un “piquito”. Desde China, Pedro Carcuro relataba el episodio como si estuviera en un partido de fútbol, y cuando le dio el pase a Fernando Solabarrieta para seguir con la “joda”, el crédito de la región de Magallanes dijo “Y es oro para Camiroaga… plata para Kenita…”, lo cual desató la risotada general en ambos lados del planeta. El doble sentido es claro.
¿Qué nos deparará Kenita en un futuro? No lo sé. Pero me cuesta imaginármela casada, de dueña de casa, con “low perfil” y cuidando niños. La fama es adictiva y cuando uno la prueba una vez, cuesta zafarse de ella.