Los recientes fracasos de Yerko Puchento, Nathalie Nicloux y Pablo Zúñiga en eventos masivos, y la petición de “respeto para los comediantes” de Natalia Valdebenito en los recientes Premios Caleuche, pusieron en el tapete el tema de las pifias.
Enero de 2023 fue un mes particularmente duro para algunos comediantes. El día 19 Nathalie Nicloux tuvo una discreta incursión en el Festival de Olmué. El día 26, Yerko Puchento las vio complicadas en el Festival de Puente Alto, y el día 28 Pablo Zúñiga tuvo un mal paso por el Festival de Las Condes.
Luego, el 29 del mes pasado, al final de su presentación en la entrega de los Premios Caleuche, Natalia Valdebenito las emprendió contra esta situación, pidiendo respeto para sus colegas, lo que contó con el apoyo de la conductora del evento y también comediante Javiera Contador.
Resultó extraño que Natalia pidiera respeto después de una rutina dura y sanguinaria en la cual trapeó el piso, con o sin motivo, a Cecilia Bolocco, Raquel Argandoña, Nicolás López, Franco Parisi y otros “próceres”. Además, su pronunciamiento se da “justo” cuando una de las “víctimas” fue su histórica partner del Club de la Comedia Natalie Nicloux. ¿Tuvo esa misma actitud cuando alguna otra colega pasó por esto? En una entrevista en Radio Cooperativa el viernes 08 de marzo de 2019, consultada respecto al fracaso de Jani Dueñas en el Festival de Viña de ese año, Natalia manifestó que “el espectador siempre tiene la razón”, que “jamás hay que subestimar al público” y que un comediante debe ser capaz de ser divertido en cualquier lugar.
En dicha entrevista, Natalia también señaló algo sumamente llamativo: Chile es el único país en el cual el público pifia en modo “Circo Romano” a los artistas cuyo show no es de su agrado. En otros lados las respuestas usuales a un espectáculo insatisfactorio son silencio e indiferencia, que resultan tanto o incluso más demoledores que las pifias.
Resulta llamativo porque esta expresión de desaprobación ha existido desde siempre en Chile. Gran parte de la fama y de la leyenda en torno al Festival de Viña viene de la idea del “Monstruo”, de un público exigente que no tiene empacho alguno en manifestar su descontento, y que por lo mismo constituye un desafío de marca mayor para cualquier artista. La lista de víctimas del Monstruo es extensa: algunos cantantes como los italianos Lucio Dalla, Ennio Sangiusto y Claudio Baglioni, el grupo disco estadounidense Tavares, la brasileña Elba Ramalho, los mexicanos Onda Vaselina y algunos artistas de renombre como Dyango, Los Tigres del Norte y Willy Colón. Pero la de comediantes “devorados” es inmensa: José Vasconcelos, Los Muleros, Ronco Retes, Sergio Feíto, Óscar Gangas, Jorge Pérez, Ruddy Rey, Luis Pescetti, Sarah Sanders, Paulo Iglesias, Vanessa Miller, Julio Zabala, Natalia Cuevas, Ricardo Meruane y Jani Dueñas. Si al Monstruo de Viña le quitas la posibilidad de pifiar lo que no le gusta, simplemente deja de ser Monstruo.
¿Es realista lo que pide Natalia? Lo dudo. Este es uno de esos cambios culturales que toman años, por no decir generaciones enteras. El público chileno está acostumbrado de toda la vida a pifiar cuando algo no le gusta, y desde siempre eso se ha aceptado como parte de los riesgos propios de un artista. Por cierto, ser pifiado por un público masivo (más aún en un evento transmitido en directo a todo Chile) es una experiencia desagradable y traumática que desestabiliza la salud mental de cualquiera, y que puede marcar tu carrera para siempre.
Muchas veces los comediantes se encuentran con que los programan en una jornada junto con artistas cuyos públicos son distintos e incluso incompatibles a lo suyo. Eso puede explicar lo de Pablo Zúñiga, cuyo show pensado para personas de la Generación X o mayores, y probado en diversos escenarios, naufragó frente a un público centennial que venía a ver a Pailita y a Gente de Zona. Quizás le habría ido mejor en la jornada anterior, donde actuaron Nicole y Vicentico, y había un público más cercano a su target.
Similar caso al de Yerko en Puente Alto, con un público que esperaba a Cris MJ, otro de los créditos de la “Generación Dorada Urbana”. También le pasó a Ricardo Meruane, cuyo segundo fracaso en Viña se dio en una jornada cargada al reggaetón. Lo mismo a dos talentosos comediantes argentinos como Soyrada y Hugo Varela, que sucumbieron en el Festival de Talca de 2019 con rutinas que perfectamente podrían haber sido exitosas en otros escenarios, y a José Luis Gioia en el Festival de Iquique de 2012.
También ha ocurrido con cantantes: en Viña 2006 tuvieron la mala idea de poner en la misma jornada y seguidos al grupo noruego “A-Há” y a “Los Tigres del Norte”. Como el público vino en masa a ver a los primeros, los “reyes del narcocorrido” pagaron los platos rotos. En Viña 2009 un Joan Manuel Serrat recién recuperado de un cáncer coqueteó con la pifia en una jornada que cerraba el grupo de cumbia chileno “La Noche” en su mejor momento. Hay una clara responsabilidad de los organizadores de los eventos en asegurar parrillas de artistas razonablemente compatibles.
Sin perjuicio de lo anterior, los comediantes tienen la responsabilidad de saber qué público les va a tocar, cuál es el escenario con el que se van a encontrar, y preparar su rutina en función de ello. El gran error de Jani Dueñas para Viña 2019 fue el hacer su gira de preparación en escenarios cerrados sin probar previamente su rutina en un show masivo. Ernesto Belloni hizo eso, se comió una brutal pifiadera en el Festival de Iquique del 2020, y a partir de ello reestructuró su rutina de manera que pudo tener una buena expedición ese mismo año en Viña.
Álvaro Salas tuvo una incómoda experiencia en un show en Tierra del Fuego en el que tuvo una tibia recepción, lugar donde no llegaba la señal de Canal 13 en ese momento y por tanto no tenía el peso mediático que en el resto del país. También le ocurrió a Rodrigo González en el Festival de Pozo Almonte del 2016, con un público que no responde a los códigos de la comedia del centro del país, previo a su exitazo en Viña ese mismo año. Quizás lo mismo le pasó a una Nathalie Nicloux que fue a Olmué luego de cinco años de ausencia de la comedia, y se vio desactualizada y fuera de lugar. Quizás debió foguearse más antes de abordar un desafío como Olmué.
Ahora último surgió el problema de compartir jornada con algún miembro de la “Generación Dorada Urbana”, cuyo fandom parece tener poca paciencia con artistas lejanos a su paladar mientras esperan a su ídolo. Yerko Puchento tuvo problemas con los fans de Cris MJ, y Pablo Zúñiga con los de Pailita. Sin embargo, el éxito rotundo de Luis Slimming en Olmué compartiendo jornada con un artista urbano (Young Cister) y un grupo de la Nueva Cumbia chilena (La Combo Tortuga) basta para romper con la idea de que “comediante que comparte jornada con artista urbano está condenado al fracaso”. Se puede salir adelante, y “Don Comedia” demostró cómo hacerlo: un show rápido, simple, inteligente y bien construido.
No es que hayamos tenido una mortandad mayoritaria de comediantes en festivales de verano. Disfrutamos de rutinas exitosas como las de Alex Ortiz, Luis Slimming y Bombo Fica en Olmué y Daniela “Chiqui” Aguayo en Las Condes, además del histórico paso de Fabrizio Copano por el Late Show de James Corden. Y ahorra se viene el retorno de Viña con seis nuevos comediantes dispuestos en enfrentarse al monstruo. Ningún humorista “clásico”. Cinco exponentes de comedia stand up y un personaje televisivo. Dos con un paso triunfal por Viña a su haber (Rodrigo Villegas y Fabrizio Copano); dos que debutan en la Quinta Vergara luego de pasar con honores por El Patagual (Belén Mora y Pamela Leiva); un personaje televisivo que llega algo tarde (Yerko Puchento) y una apuesta proveniente de Argentina (Leila Roth). Dos con claro sobrepeso (Rodrigo Villegas y Leila Roth) y otra que lo tuvo en el pasado (Pamela Leiva), por lo que intuyo que buena parte de las rutinas harán referencia a “los kilos de más”. ¿Muy cargados a la izquierda? Claramente. Y eso va a ser un tema, pues el gremio del stand up casi completo estuvo a favor del Estallido Social y se la jugó por el Apruebo en el plebiscito de salida. Me pregunto si la tecla de la “crítica político-social” facturará tanto en este Festival como lo hizo en los previos a la pandemia, les jugará en contra, o saldrán jugando con maestría como lo hicieron Luis Slimming y Bombo Fica en Olmué.
Por otra parte, ¿existe en Chile hoy algún comediante de derecha -o no tan de izquierda- que artísticamente esté en condiciones de presentar un show en Viña? Fuera de Arturo Ruiz-Tagle no se me ocurre nadie más. Coco Legrand está más que jubilado, y Claudio Reyes no tiene nada que mostrar aparte de Charly Badulaque y se ha hecho una imagen muy tóxica en estos últimos años. Aquí va a incidir mucho en qué día te va a tocar, y claramente el destino menos deseado parece ser compartir jornada con Christina Aguilera y Polimá Westcoast.
Como bien señaló Natalia, los comediantes son artistas que preparan sus rutinas lo mejor posible. No creo que el asunto pase por volverse complacientes al estilo Marcela Osorio en “Cuanto Vale el Show” y aceptar cualquier espectáculo por muy deficiente que sea. Si hay algo que necesitamos como sociedad es que las masas desarrollen pensamiento crítico y sean razonablemente exigentes. Los artistas son profesionales que ofrecen sus espectáculos a un público que paga por ir a verlos, y si hacen un mal trabajo tienen que asumir las consecuencias de ello, que pueden ser malas críticas, bajas asistencias y menos oportunidades para ejercer su oficio. Ello los obliga a mejorar sus shows y a pensar en el público frente al que van a actuar. El tema es si para manifestar ese descontento es necesario someter a los artistas a la traumática experiencia de ser pifiados públicamente, ver quebrantada su salud mental y quedar marcados de por vida.
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