Uno de los lanzamientos más esperados del año en el mundo del rock y sus derivados se encuentra en “The 2nd Law”, sexto LP de la banda británica Muse. Antecedidos por la publicación de una serie de videos virales propagados por internet, y de la polémica “Madness” (un single que desató apasionados debates entre los seguidores de la banda, que se dividían entre apoyar el evidente cambio de dirección que mostraba la canción o manifestar su inconformidad con ésta), crearon una suerte de pequeña pero considerable expectación en el mundo de la música.
Y no bastaba, porque las cosas podían cambiar aún más radicalmente: “Nuestro nuevo disco está inspirado en U2” declaraba Matthew Bellamy, el líder de la banda. Eso, sumado a una suerte de experimentación evocada “Unsustainable”, que mostraba elementos del creciente movimiento electrónico del Dubstep, adelantaba un panorama a todas luces desconocido para los fans de la banda.
Sin embargo, todo eso puede resultar engañoso: es mucho mejor apoyarse en “Survival”, por dar una referencia, canción que formaba parte del soundtrack de los juegos olímpicos. Es una descripción mucho más exacta de la generalidad del álbum: coros de tinte épico, hechos para estadio, arreglos orquestales y guitarras filosas, con sutiles pero notorios apoyos electrónicos. Aquel toque dubstep parece ser tan anexo al álbum, que llama evidentemente la atención que forme parte del mismo.
El concepto sin embargo pareciera no ser claro: si bien “The 2nd Law” como título hace referencia a uno de los encabezados de la ley de la termodinámica, “La materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma”, eso pareciera referirse a su música netamente, debido que a ratos siguen la línea de The Resistance, pero en otros pareciera ser que están interpretando cosas mucho más personales, con letras que en varios pasajes dejan de formar un concepto, una estructura determinada. La banda aún no puede definir su estilo, y se nota. Hay muchas influencias plasmadas por sobre varias canciones: desde Queen a Pink Floyd, tomando elementos característicos de dichas bandas, tratando de darles un sello particular, al modo Muse, sin embargo la cita del líder a seguir el camino de U2 se evidencia en las notas que Bellamy le emplea a su voz: largas, distendidas y agrupadas al termino de las composiciones, ideales para climax en los estadios, evocando al estilo de discos cómo “Showbiz”.
Dentro del paisaje de canciones hay momentos claves. “Supremacy” se presenta como un golpe potente, directo. Parece ser relativamente evidente que con esta composición abrirán muchos conciertos. La orquesta le da un toque de grandilocuencia, cosa que ha estado presente siempre en los chicos de Teignmouth, pero que con “The Resistance” (2009) había quedado algo extraviada. De allí es más, el disco rota por canciones que recuerdan mucho a trabajos anteriores suyos, de catálogos cómo “Black Holes and Revelations”, “Showbiz” y “Absolution”, pero que también se sitúan en territorios más extremos y no explorados anteriormente dentro de su discografía.
El ejemplo de cambio radical se sitúa en “Follow Me”, que posee una inalterable base electrónica que explota en el coro. Y eso hace a ratos perder el norte: parece ser un disco que quiere seguir una línea, pero que se pierde. No intente encontrar en este trabajo una versión moderna de discos cómo “The Wall”, “The Joshua Tree” o “Ok Computer”, a ratos flojea evidentemente la estructura que el título parecía querer sugerir.
El cálculo da números favorables, la banda cumple un objetivo básico, satisfacer las necesidades de los seguidores: este trabajo añadirá un número importante de canciones que harán explotar estadios alrededor del mundo, intentando capturar la mayor cantidad de elementos del rock vanguardista, experimental y electrónico. ¿Se quedan chicos? Quizás, pero pareciera que vuelven a retomar la senda perdida con “The Resistance”, y ese es sin dudas el mayor logro del trío británico.