Sobresale en un medio repleto de chicas siliconadas y sin más talento que una linda figura. Está cosechando los frutos de años de trabajo constante y profesional. Es Soledad Onetto, la actual conductora del Festival de Viña del Mar. Creo, lo más cercano que hemos tenido en Chile a una princesa. ¿Cuáles pueden ser las claves de su éxito?
Clave 1: Soledad es regia (rica no, pues ese apelativo le cabe más a gente como Maura Rivera o Blanquita Nieves). Más que regia o guapa: elegante, con clase. Es de esas mujeres que se ven distinguidas aunque se vistan con un saco de papas. Recuerdo una ocasión en que participó en el programa “Réplica” como interrogadora, e iba con su blondo pelo largo liso y una chaqueta blanca como las del área deportiva de Canal 13. A pesar de lo extremadamente simple de su atuendo, se veía radiante. A ella le gusta verse bien, y es consecuente con ello aunque tenga que acompañar a un recolector de basura o a un malabarista callejero como lo hizo en el excelente docu-reality “En Primera Persona”. Por algo ha sido considerada la mujer mejor vestida de la TV. Es lo más cercano que hemos tenido en Chile a Grace Kelly, esa bellísima actriz estadounidense que terminó siendo Princesa de Mónaco.
Clave 2: Soledad es consistente A pesar de dar “medio a medio” con el arquetipo de Barbie, a Soledad nadie la ha cargado con el estigma de la “rubia bella y tonta” (como sí la hecho a gente como a las recién electas diputadas Andrea Molina y Marcela Sabat). Y es que ha armado una carrera profesional sólida y consistente: Partió desde abajo, “pelando el ajo” en el Canal Rock & Pop (un fracaso como negocio, pero un exitazo como fuente de ideas y rostros), y luego de un paso breve por un canal de cable, ha participado en proyectos como “Cara & Sello” (Mega) y diversos programas en Canal 13 como “Estamos Conectados”, “Acoso Textual”, “Teletrece”, “Viva la Mañana” y “Cásate Conmigo”, en donde ha destacado por su profesionalismo y empatía con la gente. Ha demostrado una versatilidad impresionante: puede desenvolverse sin problemas en el periodismo “serio”, como eficiente conductora de noticias y entrevistadora (me gustaría verla en un debate presidencial, creo que lo haría más que bien); se ha transformado en el gran ícono del periodismo tecnológico en televisión (nicho prácticamente vacío desde la muerte de Hernán Olguín); y ha sabido convivir con el mundo más magazinesco y farandulero sin necesidad de “venderse” ni transar sus principios. Con lo venenoso y rapaz que es nuestro periodismo farandulero, llama la atención que Soledad haya sido tratada casi con “guante blanco”. Salvo un modisto devenido en opinólogo que la criticó por no usar trajes de diseñadores chilenos en la Quinta Vergara, casi no la han tocado, y salió muy bien evaluada en su desempeño en el Festival de Viña de los 50 años, incluso mejor que Felipe Camiroaga (supuestamente mejor preparado).
Clave 3: Soledad es auténtica. Ha logrado convivir y destacar en el mundo del espectáculo sin “contaminarse” con sus vicios, algo que Margot Kahl intentó y estuvo lejos de lograr. La clave de esto es su naturalidad. La he visto en algunas entrevistas y se aprecia una mujer simpática, sencilla, , agradable, y con una modestia que se aprecia creíble en pantalla. Cuando hay que juguetear, saca su lado lúdico sin pudores, como se apreció en “Acoso Textual” o en “Cásate Conmigo”. A pesar de estar siempre vestida como para ir a una recepción, no tiene ningún problema en acompañar a la par a un recolector de basura, a una vendedora ambulante, a un malabarista callejero o a una recolectora de cartón como se aprecio en “En Primera Persona”. A pesar de su color de pelo y su vestimenta, Soledad se merece con creces el título de “Reina Guachaca”. Por mucho menos (“perrear” en el “Buenos Días a Todos”) se lo dieron a su colega Mónica Pérez., así como a Matilda Svenson y a Lorna Soler.
Clave 4: Soledad es coherente. En el pasado Festival de Viña, en el clásico juego del “beso” entre los animadores, Soledad se mantuvo firme. A pesar de tener a su lado a uno de los solteros más codiciados de Chile, no transó con sus principios y evitó exponer a su marido a una situación incómoda. Conocida es la historia de que el afortunado le pidió irse a vivir juntos y ella, consecuente con sus valores católicos, le exigió casarse para hacerlo. Su esposo lo hizo, y ahora es el hombre más envidiado del país. Soledad es una especie de “insignia” del canal del angelito. Un rostro popular y querido que encarna los valores que el 13 defiende (o dice defender). Una muestra de ello es el ser la actual conductora de los shows de Domingo de Resurrección.
Le tengo fe a Soledad. Estoy seguro que va a cumplir un excelente desempeño en el Festival de Viña Nº51, y creo que está en condiciones de seguir por un buen tiempo más, salvo que Dios, la licitación o la cigüeña digan otra cosa. Soledad es de esos personajes que nos hacen pensar que no todo está perdido en la TV chilena, que entre tanto mediocre y aparecido hay gente que vale la pena.