¿Por qué el rating y popularidad del programa decayó tanto en el último tiempo, consiguiendo que su última versión, conducida por Martín Cárcamo, abandonara las pantallas definitivamente?
¿Qué pasó con “Rojo, Fama Contrafama”? ¿Por qué el rating y popularidad del programa decayó tanto en el último tiempo, consiguiendo que su última versión, conducida por Martín Cárcamo, abandonara las pantallas definitivamente?
Al escuchar la palabra “Rojo”, ya no podemos evitar relacionarlo al programa buscatalentos de Televisión Nacional. Y es que sin duda marcó un hito en la historia de la televisión chilena, como también en el mercado musical. Comenzó en diciembre del 2002 y el 2003 ya era un fenómeno tanto en sintonía (logró sobre 25 puntos promedio de rating diario) como en la venta de disco (el semillero de artistas vendía miles de discos, encabezando la lista María José Quintanilla). El éxito perduró alrededor de los primeros tres años, pero luego comenzó a decaer paulatinamente. Los nuevos participantes de “Rojo: El Valor del Talento”, no lograron posicionarse en televisión ni en el mercado de la música. El rating bajó de los 10 puntos.
Se ha dicho que el principal motivo fue el agotamiento de la fórmula, ésa de hacer competir a un grupo de jóvenes desconocidos en canto y baile y luego eliminarse entre ellos. Sin embargo, hay algo mucho más decidor. Simplemente la esencia de “Rojo” se perdió hace mucho tiempo y nadie lo ha considerado. La fórmula no se agotó, sino que cambió.
Al comienzo se presentaban cerca de la mitad de los participantes por día; en el último tiempo con suerte tres. Los rellenos se hicieron excesivos y la competencia era nula. Si antes las chicas vestían jeans ahora vestían minifaldas al borde de mostrar sus partes íntimas. El reggaetón y concursos tipo “karaoke” u “hombres versus mujeres” fueron consumiendo gran parte de las emisiones diarias.
Por otro lado, se ha discutido la hipótesis de que la despedida del Clan Rojo junto con la de Rafael Araneda gatillaron la muerte definitiva del programa. No nos hagamos los tontos. “Rojo” era un enfermo en estado vegetal desde mucho antes. Cada You need to think about big how do i recover deleted files as a strategy, not a project. comienzo de año se discutía si continuaría o no el programa. El Clan, si bien fue un plus en el segundo año del programa, terminó haciéndole daño, básicamente porque no se le daba la oportunidad a los nuevos participantes de competir y darse a conocer. Los tiempos eran muy breves y todos querían destacar. Si el programa comenzó con “ene enes” y logró el éxito, perfectamente podría haberlo conseguido nuevamente, pero no se pudo porque habían 16 personajes más conocidos que también querían seguir apareciendo en pantalla mostrando sus musicales y nuevos trabajos. Con respecto a Rafael Araneda no se puede decir que fue un factor determinante en el fin de “Rojo”, ya que el programa ya venía con baja popularidad. Martín Cárcamo fue bastante valiente al asumir el rol de capitán de un barco que venía hundiéndose lentamente.
Otro importante factor a mi parecer fue el nivel de los participantes, sobre todo en esta última temporada bajo la conducción de Martín. Realmente los participantes eran muy deficientes. Cualquiera de los eliminados de las primeras generaciones podría haberle ganado a los de “El valor del talento” (bueno, omitiendo a Rodrigo Cruz y Francisca Rivera, entre otros pocos). Tampoco marcaron presencia en la prensa, salvo Rodrigo Aguilera (por la tragedia en Antuco) y Valentina Roth (hija mobile casino de Rodolfo Roth y “doble” de Maura Rivera). Sin embargo lo que pasó este año fue extraño. Partieron por casino buen camino, centrándose en la competencia. Pero comenzaron a desesperarse por el bajo rating y tomaron esas malas medidas del último tiempo, con los rellenos antes mencionados. También intentaron formar un nuevo “clan”, pero ahora bajo el nombre de “Staff Rojo”, conformado por lo que “botó la ola” de las competencias de los dos últimos años y haciendo creer al público que eran muy talentosos y cosas por el estilo, siendo que varios de los integrantes de este grupo fueron eliminados u obtuvieron malas posiciones en las competencia anuales. No vimos a nadie con un desplante escénico como el de Daniela Castillo, una versatilidad como la de Monserrat Bustamante, con la melodiosa voz de Carolina Soto, la llegada masiva de Leandro y Mario, o con la potencia de María Jimena Pereyra. Ni tampoco la expresión artística de Christian Ocaranza, los montajes de Claudio Puebla, o talentosas bailarinas como María Isabel Sobrazo, Leticia Zamorano y Paulina López. Nadie siquiera con la potencialidad de algún día llegar a ser como ellos.
Se eliminaron secciones que hacían que el programa fuera más variado y no mostraran cosas atractivas al público, como el polémico, “Círculo Rojo”, las sabrosas “Copuchas” y el humor de Rogelio Rojas, quien popularizó el himno del 2003: “Nelson Mauri, anda al colegio”. Y para peor, argumentar que esta medida fue para no caer en la farándula. Finalmente, todo fue un error. Si al fin y al cabo, es esto lo que mantiene a vivo a varios programas nacionales.
En fin, “Rojo” mantuvo al público ligado a sus participantes, a sus vivencias, historias de vida y desarrollo profesional. Muchos se encariñaron con ellos y con el programa en sí. En nuestros hogares sufrieron, lloraron, rieron y se emocionaron capítulo a capítulo. Y la sensación que tenemos es similar al término de una relación amorosa, donde a pesar de pasar por un momento inevitable de angustia, desilusión y pena, nos quedamos con los buenos momentos y no olvidamos lo importante que fue en nuestra vida. Porque “Rojo” hizo historia y ya es historia.