Finalizada una nueva edición del Festival de Viña del Mar, se puede hacer una evaluación de estas seis noches que nos hicieron vibrar y por qué, aunque muchos lo duden o nieguen, sigue siendo el evento más importante de Chile y de Latinoamérica.
El Festival del “Apruebo”: Prácticamente el evento completo, y en especial los dos primeros días, fueron la mejor franja televisiva que pudo tener el “Apruebo” para el plebiscito constituyente del 26 de abril. Como nunca antes se habló de política y contingencia sin complejos y ante todo el mundo, y casi todos los artistas manifestaron su apoyo al estallido social y a aprobar la nueva constitución. El único intento de resistencia fue el timorato cantinfleo de Ana Gabriel. Los que querían suspender el evento por ser supuestamente “inadecuado para las circunstancias que vive el país” se equivocaron rotundamente. Imposible imaginar mejor plataforma mediática para mostrar la situación del país al mundo.
El mayor rating de los últimos años: Desde hace años que Viña no lograba tantos televisores encendidos. Desde el show de 31 minutos el 2013 que no teníamos ratings sobre 50 puntos (sumados TVN y Canal 13). Esto fue maná caído del cielo para la industria televisiva en su peor momento.
El Gobierno sigue dando jugo: Tal como en todo el estallido social, al gobierno le quedó como poncho el desafío de mantener el orden público. Fracasó estruendosamente en su peregrina idea de mantener el evento ajeno a la contingencia nacional. No alcanzaron ni las excesivas medidas de seguridad, ni la presencia masiva de fuerzas policiales que se vio impotente para controlar los desórdenes, ni la prohibición de llevar carteles, ni los intentos de censurar las rutinas de los comediantes. Desde el minuto cero el público y los artistas se manifestaron con todo, y el silenciamiento del audio ambiente no fue capaz de pararlo. Inicialmente nos preguntamos de qué manera Stefan Kramer subiría al columpio a Sebastián Piñera. En buen francés, al Jefe de Estado lo tuvieron de “material pa’l hueveo” durante todo el evento. Otro gran trasquilado fue Carabineros, que pagó muy caro la corrupción de sus altos mandos, su incompetencia rayana en el ridículo para mantener la seguridad y su brutalidad sin sentido ni estrategia para reprimir las manifestaciones. El historiado llamado a declarar a Mon Laferte no pasó de ser otro de los “voladores de luces” a los que ya nos tiene acostumbrados. La Mon se los paseó como quiso en el escenario y se fue de Chile sin poner un pie en ningún tribunal ni comisaría.
Desaparecida en acción: La cuestionada alcaldesa Virginia Reginato estuvo más escondida que Alf cuando llegaban visitas a la casa de los Tannen. Asistió a los shows, pero no la nombraron, ni la enfocaron ni la hicieron pararse en el escenario para entregar los premios de las competencias. Solamente trascendieron algunas fotos donde se le ve más apestada que Adam Levine con resaca viendo cómo le daban como caja a su gobierno y cómo le regaló al “Apruebo” una plataforma inigualable.
Los músicos chilenos la llevan: Este año, y como nunca, los músicos chilenos se llevaron el peso del evento. Si en años anteriores venía uno o a lo más dos, este año fueron cuatro, y todos brillando a gran altura, con espectáculos de nivel internacional, sin nada que envidiarle a ninguna gran estrella extranjera. Hay talento nacional de sobra para ser parte del espectáculo más importante del país: Alex Anwandter, Moral Distraída, Paloma Mami, Ases Falsos, toda la Nueva Cumbia Chilena, María José Quintanilla, Jordan, y en especial tres números que por méritos tendrían que haber enfrentado al Monstruo hace mucho rato: Chico Trujillo, Ana Tijoux y Los Vásquez.
Tenemos un Dream Team musical femenino de lujo: Este año vimos a Mon Laferte, Francisca Valenzuela y Denisse Rosenthal (con banda y equipo técnico 100% femenino además) haciendo espectáculos de clase mundial, con performances notables y luciendo como verdaderas “show women”. Gran avance, considerando que las últimas que habíamos tenido en Chile eran Gloria Benavides y Maitén Montenegro, y que en un momento dado nos compramos enterito el cuento de que una vedette del montón como Marlen Olivarí era “la gran show woman de Chile”. El año pasado Cami también lo logró. A ellas hay que sumar a Javiera Mena, Camila Moreno, Ana Tijoux, Pascuala Ilabaca, Consuelo Schuster y un montón más que se me están yendo. Tenemos además promesas y diamantes en bruto como Paloma Mami, Tomasa del Real y Princesa Alba, y a María José Quintanilla hibernando en la TV abierta teniendo talento y capacidades de sobra para ser parte de este bendito lote.
La feroz derrota artístico-cultural del mundo conservador: Lo que se está viviendo actualmente en Chile es en grande parte una guerra cultural en la cual la música “mainstream” es uno de sus más decisivos campos de batalla. Y en Viña el sector “progre” le ganó por demolición al mundo más conservador. En los años 60 y 70 del Siglo XX la cosa estaba pareja, pues había fuerzas artísticas equiparables a ambos lados. Si la izquierda tenía a Inti Illimani, Quilapayún, Victor Jara y Los Parra, en la derecha tenías a los Huasos Quincheros, a la Nueva Ola y al Neofolklore. En el 2020 la diferencia es escandalosamente brutal: en el lado “progre” está el 99% del talento artístico nacional. Los Inti y los Quila siguen vigente; los fallecidos Víctor Jara y Violeta Parra se transformaron en íconos planetarios que reaparecen constantemente como fantasmas; surgieron artistas y bandas emblemáticas como Los Jaivas, Congreso, Joe Vasconcellos, Los Prisioneros, Los Tres y Los Bunkers, y ahora tenemos artistas de primer nivel como Mon Laferte, Cami, Francisca Valenzuela, Denisse Rosenthal, Gepe, Chico Trujillo, Manuel García y Alex Anwandter jugando (o ad portas de lograrlo) en las ligas mayores, tocando en eventos importantes como Vive Latino, Lollapalooza y Coachella; peleando y ganando premios internacionales; con presencia importante en YouTube, Spotify y las distintas redes sociales; y colaborando con grandes artistas extranjeros. Los artistas “progres”, en especial los más jóvenes, dejaron de lado las rigideces ideológicas de los más viejos, aprendieron a leer las tendencias actuales de la música, a moverse en el “mainstream” y a aprovechar la plataforma que le da el mundo del espectáculo para difundir sus mensajes sobre la contingencia. Por otra parte, en el lado conservador la realidad es para llorar a gritos: los íconos del pasado que siguen vivos están retirados o moviéndose en círculos restringidos como “artistas del recuerdo”, y el poco recambio que tienen está en un perfil demasiado bajo, casi underground, con poco nivel artístico y sin ser capaz de generar propuestas interesantes, rompedoras y jugadas. El único músico pop chileno de perfil conservador que -hasta cierto punto- está dando la pelea en las grandes ligas es Américo. Alberto Plaza, dueño de una más que respetable trayectoria, lleva años sin proponer nada relevante en lo musical, y se ha transformado en un activista político malas pulgas e hipersensible. Trató de “traidor” y “peligroso” a Kramer por la imitación que le hizo, como si la rutina completa de Stefan hubiera girado en torno suyo, siendo que apenas lo rozó. Más lo palanquearon la Chiqui Aguayo, Fabrizio Copano y Yerko Puchento (este último en su propia cara cuando fue a “Vértigo”).
Los animadores cumplieron: Sumando y restando, creo que María Luisa y Martín sacaron la tarea adelante en un contexto muchísimo más desafiante que el que tuvieron el 2019. Sus grandes baches fueron con Fusión Humor y Luciano Pereyra en la cuarta jornada, tema que en gran parte pasó por decisiones de la dirección. Todos los animadores, pasaron por situaciones de este tipo: el ahora sacralizado Antonio Vodanovic tuvo varias de éstas (y algunas peores) como la de Joe Vasconcellos el 2000 cuando hacía dupla con Cecilia Bolocco; Sergio Lagos y Tonka tuvieron el Torrojazo del 2007; Felipe Camiroaga y Soledad Onetto lo vivieron con Simply Red el 2009; y Rafael Araneda con Carola de Moras con Mon Laferte el 2017. Creo que deberían seguir para el 2021, aunque hay que ver si los tiempos del pre y post-natal de María Luisa Godoy alcanzan para que pueda estar en doce meses más De no ser así, el reemplazo está listo: Karen Doggenweiller.
Aunque no lo crean, hubo elección de reyes: Y tal como el año pasado, no pasó de ser una anécdota al pasar, como siempre debió ser. El programa “Rojo” de TVN se repitió el plato al ganar los tronos con la coreógrafa y directora artísticas Rosita Piulats -con respetables 61 años muy bien mantenidos y dejando a JLo como una principiante- y el bailarín Matías Falcón.
Accidentada competencia: Los incidentes del primer día (los participantes estaban hospedados en el vandalizado hotel O’Higgins) obligaron a suspender las competencias, lo cual trastocó toda la planificación. Tuvieron que arreglar la carga en el camino, lo que llevó a que se definieran el último día. En el folklore el gran ganador por partida doble -primer lugar y mejor intérprete- fue el excelente cantautor argentino Nahuel Pennisi -no vidente y con enorme parecido a José Feliciano- con su tema “Avanzar”. En el internacional, el ecuatoriano Johann Vera ganó el premio al mejor intérprete, y el primer lugar se lo llevó el chileno Vicente Cifuentes, que premunido de sencillez, talento y su chasca a lo Pancho Puelma prevaleció con su bachata estilizada “Chillán”.
Sonido al debe: Hace años que no teníamos un festival con tantas deficiencias técnicas, en especial respecto al sonido. Eso afectó a Ricky Martin, Ana Gabriel y Pimpinela que tuvieron que ponerle el pecho a las balas y seguir cantando. Un sonido deficiente, el no tener retorno, te pueden llevar a desafinar o a cantar fuera de tono, lo que te perjudica como artista. Además, fue el motivo del historiado enojo de Adam Levine. Tal como se dice en el medio, “las explicaciones no se televisan”. Un artista profesional saca el show adelante como sea y después se queja con quien corresponda, como hicieron los Pimpinela. El tema técnico quedó de tarea para el 2021. Un festival de este nivel no puede fallar en estos detalles.
El humor cumplió con creces: Los seis encargados de hacer reír salvaron, incluso Ernesto Belloni, el que se daba por devorado seguro. Lo de Kramer fue histórico, soberbio y además sirvió para descomprimir el ambiente. Javiera Contador y Pedro Ruminot tuvieron desempeños notables. Fusión Humor y Paul Vásquez muy bien y Belloni hizo un show de discreto nivel artístico que le bastó para salvar el mayor desafío de su carrera. El stand up, que había quedado en entredicho luego del fracaso de Jani Dueñas, retomó fuerza y ganó dos nuevos exponentes con Javiera Contador y Paul Vásquez. El gran derrotado fue el humor clásico. Que su único representante de este año tuviera que echar a Ja Ja Calderón de su equipo de libretistas y haya tenido que pedir consejo a comediantes “progres” como Belén Mora y Bernardita Ruffinelli para salvarse es muy decidor. Mientras la Ruffinelli, exponente del stand up y feminista recalcitrante, le tendió la mano y le dio consejos, algunos de sus colegas de generación actuaron como verdaderos buitres carroñeros pronosticándole las penas del infierno antes de su show y pelándolo sin piedad después de este. El que se llevó las palmas fue Claudio Reyes, que se mostró derechamente tóxico y mala clase con Belloni, con quien se llevaba mal desde los tiempos del Jappening, y que además se terminó metiendo en peleas de bajísimo nivel con otros colegas en los matinales. Caso aparte es el de Checho Hirane, comediante de discretísimo paso por Viña en 1984, más recordado por la cama elástica que por su rutina, que en su rol de activista conservador desde su programa en Radio Agricultura tuvo la mala fortuna de toparse con Rafael Cavada en el matinal de Chilevisión, siendo paseado sin contemplaciones por el ex corresponsal de guerra.
El Caso Maroon 5: Creo que el desastre de la banda estadounidense terminó entregando una excelente señal de cambio de mentalidad. Los chilenos dejamos de ser los “indios sudacas” que aceptamos sumisamente las migajas de los gringos. Las quejas masivas a través de las redes sociales por el opaco espectáculo de la quinta noche y la actitud poco profesional de Adam Levine, más golpes noticiosos como el de Fotech.cl al filtrar un video del iracundo vocalista, alcanzaron repercusión internacional en sitios como TMZ y la BBC. Ante ello, Levine tuvo que agachar el moño, deshacerse en disculpas via Instagram y reiterarlas en su show del Bicentenario de La Florida, donde los estadounidenses le pusieron bueno y se entregaron como corresponde. Esto marca un precedente: los artistas anglos, por muy famosos que sean, tienen que respetar al público que paga su entrada al verlos, sea en Viña, en el Super Bowl o en el bar de la esquina. Con sus virtudes y defectos, el Festival de Viña tiene más de 60 años historia y es relevante al menos en Latinoamérica. Merece respeto.
Peor Show del evento.
3º) Ana Gabriel: Tuvo un mal día, con problemas de voz y mensajes confusos.
2º) Ernesto Belloni: Su show estuvo varios escalones debajo de los de sus colegas en cuanto a nivel artístico. Logró salir ileso, y con eso se puede dar por pagado.
1º) Maroon 5: De atracción principal y candidatos fijos a lo más destacado, a ser el peor número anglo desde Morrisey, y no por mala calidad artística sino que por faltos de respeto y de profesionalismo. Una de las mayores decepciones festivaleras de los últimos años. Un feísimo manchón en su carrera.
Artista Revelación del Evento.
3º) Javiera Contador: Entró con todo en la lista de los grandes nombres del stand up chileno.
2º) Luciano Pereyra: Demostró que los fans que pelearon por años para que viniera tenían razón. Tiene que volver en tres años más con su show completo.
1º) Denisse Rosenthal: Premio a años de esfuerzo y trabajo constante. Al igual que con Mon Laferte, que vuelva en dos o tres años más abriendo una jornada y convertida en artista de clase mundial.
Mejores shows del evento: Hermoso ver que cinco de los seis mejores lugares fueron ocupados por artistas chilenos. Por segunda vez desde que hago estos análisis festivaleros doy un empate en el primer lugar -antes pasó el 2011 con Sting y Calle 13-. Resultó imposible para mí decidirme por uno de los dos, justamente los mejores exponentes en sus rubros en la actualidad en Chile. Menciones honrosas para Ricky Martin, Pablo Alborán, Pimpinela y Pedro Ruminot
6º) Francisca Valenzuela: un show jugado y de gran nivel. Es una de las grandes voces musicales de Chile.
5º) Javiera Contador.
4º) Luciano Pereyra.
3º) Denisse Rosenthal
1º) Stefan Kramer: Mostró el mejor espectáculo de los tres que ha hecho en Viña. No sólo es un genio de las imitaciones, sino que es un artista completo, capaz de jugarse su capital artístico para tomar posición en un momento clave de la sociedad chilena. Marcó el trámite del festival, pues descomprimió el ambiente y les quitó tensión a los artistas de la siguiente noche. Después de su show, las prohibiciones de carteles, y los intentos de censura perdieron sentido, y eso le hizo muy bien al evento.
1º) Mon Laferte: La “Edith Piaf de Gómez Carreño”, como la llamaron los Inti, demostró lo poderosa, valiente y grande que es.Se ganó el derecho a estar al lado de Violeta Parra, Víctor Jara y Jorge González como uno de los mayores íconos de la música popular chilena de todos los tiempos. Una artista de categoría mundial, y además comprometida con su país. Un orgullo nacional.