Es interesante la manera en que Wonder Woman (popularmente conocida por nosotros hispanoparlantes como La Mujer Maravilla) parece moverse siempre por pistas alternativas de la cultura pop. Mientras los emblemáticos personajes de la gigante editorial DC Comics, Superman y Batman son pilares de su empresa mediática, –con varias superproducciones fílmicas, series animadas e inagotable merchandising– la princesa guerrera lleva años de engorrosa e infructuosa gestión para pasar a la gran pantalla, no obstante ser considerada objeto de culto para estudiosos de la posmodernidad quienes ven reflejados en su primordial representación de «lo femenino» en la historieta los más diversos tópicos, desde la moda en distintas épocas, el poder de la mujer en la maquinaria propagandística norteamericana, la paulatina liberación sexual en la posguerra, el reconocimiento instrumental del erotismo fetichista por la sociedad tardocapitalista y hasta su adoración más underground como ícono gay.
Con esas cartas de presentación sobre la mesa, podemos colegir que Wonder Woman (creada por William Moulton Marston en 1941) es de los menos inocentes en el panteón superheroico por cuanto el mundo occidental ha sido lento en asimilar las transformaciones que reivindican el rol activo de la mujer, y desde muy temprano debió vérselas con esta proyección simbólica de ello que adquirió fama casi inmediata. Llevado el conflicto al dilema de sus creativos, el «qué hacemos con La Mujer Maravilla» se ha vuelto parte de su esencia misma, y basta hojear sus aventuras para advertir un irregular registro que oscila entre cierta picardía light de tinte sexista y una sombría irrealidad, violenta y –hay que decirlo– también sexista, pintado sobre un background pseudo-mitológico que es más exótico que riguroso. Remontándonos a un preternatural pasado de cruentas guerras, la reina madre Hyppolita ha sellado un pacto con mañosas deidades grecolatinas para fundar su propio paraíso de Amazonas, Themyscira. Allí, de una inmaculada procreación hecha de barro e inspiración divina, nace su hija Diana para cumplir el destino de una princesa… lo cual se lía cuando un piloto de aviación, Steve Trevor, llega por accidente a la isla donde los machos están prohibidos y le tiende el lazo afectivo al afligido mundo de los mortales que necesitan mucha ayuda sobrenatural. A lo que ella decide intervenir con la ayuda de los Dioses pero desafiando el disgusto materno, con un pie en ambos mundos sin pertenecer propiamente a ninguno.
Sobre esta premisa se funda el universo de Wonder Woman, al que Warner Bros. le ha apostado a la realización de un largometraje animado (*). Como ya es regla sine qua non al momento de iniciar franquicias en el género, esta película de Lauren Montgomery (que antes trabajó de artista de storyboards para Liga de la Justicia y dirigió también en el mismo formato Superman: Doomsday) es una «origins story», es decir, una presentación del personaje para familiarizar a los recién llegados, y que cuenta con la colaboración de Bruce Timm (Batman: la serie animada, Liga de la Justicia) y Gail Simone (Actual guionista de las historietas de WW), que dejan ver su aporte en el tratamiento televisivo de la acción y diseño de personajes, en combinación a un efectista despliegue de recursos tomados de los cómics actuales: Es una película calificada PG-13 (el equivalente a nuestro «Para mayores de 14 años») por contener escenas más bien brutales y una sensualidad infrecuente en los «dibujos animados» occidentales, pero más que nada por sus satíricas reflexiones respecto al empoderamiento del mal llamado sexo débil. Tales salvedades –y del inconveniente de no tener subtítulos en español– la restringen un tanto del segmento familiar y se orienta más hacia los fans, que por primera vez tienen un producto audiovisual a la altura de la legendaria justiciera, más allá de la candidez con que se recuerda nostálgicamente la figura de Lynda Carter, que inmortalizó su rostro y figura como la Mujer Maravilla en la serie homónima de TV durante la segunda mitad de los 70.
Por otro lado, y para los más estrictamente comiqueros, Planeta DeAgostini lanzó, ya durante el año pasado, el taco compilatorio de Wonder Woman: Un año después (**), correspondiente a la miniserie de 5 episodios que marcaron el retorno de Diana Prince a su rol de heroína tras los traumáticos sucesos de Crisis de Identidad. Por supuesto, quienes desconocen tanto preámbulo cuentan con explicaciones de rigor que los pondrán al tanto en la historieta misma: Luego de desaparecer de la vida pública por trasgedir el código ético de la Liga de la Justicia (dando muerte a un criminal) Diana se encuentra combatiendo el mal vestida de civil como agente especial del Departamento de Asuntos Metahumanos, mientras su hermana menor Donna Troy, quien ha sido su suplente por el último tiempo, debe vérselas con un complot organizado por sus enemigos (Circe, Cheetah, Giganta) que exigen… a la Mujer Maravilla original de regreso. Pues bien, desde hace ya unas semanas es posible encontrar en librerías especializadas chilenas esta elegante edición que reúne el trabajo de Allan Heinberg (guionista de las series televisivas Sex & The City, The O.C. y Grey’s Anatomy) con el sobresaliente arte de Terry Dodson y su nuevo diseño de personajes para Wonder Woman, que sin duda merece un lugar en la repisa de los coleccionistas.
En suma, por primera vez en mucho, mucho tiempo, ejecutivos y creativos están haciendo un esfuerzo por poner en su merecido sitial el podio de la mítica Mujer Maravilla, subrayándole tanto a admiradores como neófitos que ésta vez las cosas van en serio, con un personaje para tomar en serio, con cualidades propias y singulares. Para la trivia más bizarra queda el recuerdo de Wonder Woman: Who’s afraid of Diana Prince? (¿Quién le teme a Diana Prince?, 1967) un corto de TV hecho por los mismos realizadores de la serie de Batman y Robin y que no pasaría de ser una burda y muy poco graciosa parodia si no fuera, oficialmente, la primera adaptación fílmica del personaje y la prácticamente desconocida Ellie Walker la primera actriz en interpretarla, a la manera de una sumisa y algo atolondrada mujer que fantasea con su alter ego superpoderoso frente al espejo. Curiosidades de la mitología ñoña y, claro, una involuntaria instantánea de los anhelos reprimidos de una aburguesada joven americana que estaba por soltar las amarras de una época conservadora.
De eso ya hace décadas. Hoy en día, con su carácter independiente y expeditivo, plena de atributos, con la fuerza para hacer valer su voluntad e imponiéndose como atractiva efigie de dominante poder sexual, todavía vale preguntarse ¿Quién le teme a La Mujer Maravilla?
(Sí. Feliz día Internacional de la Mujer)
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(*) Wonder Woman (2009). Dirigida por Lauren Montgomery, escrita por Bruce Timm y Gail Simone. Elenco con las voces de Keri Russell, Virginia Madsen, Alfred Molina, Marg Helgenberger y Rosario Dawson. Disponible en DVD (Zona1 en ediciones de 1 y 2 discos) y Blu-Ray.
(**) Wonder Woman: Un año después. Guión de Allan Heinberg, ilustraciones de Terry & Rachel Dodson. Artista invitado Gary Frank. Ed. Planeta DeAgostini, España (2008). 144 páginas (Precio de referencia $14.000. A la venta en librerías especializadas)