Al margen de todo el hype que ha tenido en forma creciente en su carrera, Katy Perry es, a grandes rasgos, la popera regalona de América. Con una carrera que pareciera aún no llegar al tope de sus posibilidades, desde ya se puede señalar que “Prism” es, a todas luces, la intención de consolidar aún más la carrera de la mujer del récord de más singles consecutivos que chartearon #1 de un mismo disco.
Se pueden encontrar similitudes conceptuales con un lanzamiento del año pasado en el mundo del pop: “Lotus”, de Christina Aguilera. La idea de la reinvención, de superar las dificultades y tener un nuevo renacer, al parecer pega fuerte en el mundo del pop, sin embargo, y hay que decirlo, acá, en Prism, está mucho mejor orientada y con mayor claridad. Eso sí, no se puede decir que sea un trabajo impecable en ello, puesto que en ciertas pausas el disco torna a ser algo esperable y demasiado enfocado en pos de establecer hits, más que seguir una línea clara y consecuente.
La primera parte del disco, en general, las primeras cinco canciones, son un impulso estimulante para la carrera de la ex de Russell Brand, puesto que son una especie de re-lectura de todo su trabajo anterior, pero en nuevos códigos y con una perspectiva más determinada. Podemos acá transitar desde una declaración de principios con clara referencia al indie-pop como ‘Roar’, a, quizá, lo más atrevido que ha hecho hasta ahora, ‘Walking on Air’, con un pulso derechamente euro-dance, que es un punto de inflexión en el disco. Desde Moby a Robyn, hay un desfile de inspiraciones y fórmulas que son utilizadas de la forma más simplificada posible, dejando claro que la intención primaria de Perry y Max Martin es entregar un disco pop accesible, pero con rutas e ideas más creativas y no tan cansinas de oír.
Sin embargo, tras esas primeras cinco entregas, se comienza a forjar de a poco la vuelta de todo ese sonido genérico que ideó para “Teenage Dream”, con canciones de notorio tono lúdico como ‘This is How We Do’. Incluso, el pie inicial tiene una clara referencia a un hit anterior, puesto que ‘Birthday’ suena a remix de ‘California Girls’. Son quizá canciones ideadas para ser hit, pero que rompen un poco con la atmósfera que Perry le quiere dar al resto del disco. Se puede decir que a ratos, esto suena a dream pop. Los ejemplos más claros de ese género hoy en día, pasan por M83, o una banda como Beach House. Sin embargo, Perry sabe que no puede -Y quizá, no quiere- dar un salto tan arriesgado en su carrera. No tan luego.
Acá hay una mejora con un aspecto notorio. Y es que, en discos anteriores, las baladas de Perry sonaban en exceso inocentes, muy genéricas y predecibles. Sin embargo, aquí, al tener una atmósfera construida en pos de exhibir el concepto a plenitud (el ingreso de “luz a la vida”, con la proyección de uno mismo en busca de defectos y virtudes, para avanzar hacia un estado de reinvención y encontrar una paz anteriormente perdida) agarran quizá mucha, pero mucha más fuerza. Pensará que me fui en la media volada, pero esa es la idea y concepto de Prism, acorde a lo que la artista ha descrito, y lo que se puede saber del concepto en sí, investigando externamente.
Los bonus son la vuelta al esquema de las primeras canciones, vale decir, fórmulas ajenas, pero enfocadas hacia la lectura que Perry y sus productores le dan. En ‘Spiritual’, podemos encontrar cierta referencia a los Fleetwood Mac, cuyo acto de influencia más reciente se puede encontrar en claridad en la banda de las hermanas Haim. Se nota mucho que esto fue compuesto por John Mayer. Si en la edición estándar Perry no se nutre tanto de escritores ajenos, los bonus despliegan mucho de ellos. En ”It Takes Two”, Emeli Sandé le entrega en bandeja a Katy una canción que incluso la intérprete de ”Next to You” podría cantar perfectamente.
En definitiva, “Prism” quizá tiene puntos demasiado flacos en partes claves, que no permiten que la placa sea una total idea desarrollada de forma coherente y limpia. De hecho, pienso que los bonus calzan perfectamente con el disco, y que canciones como ‘Birthday’, ‘Dark Horse’, ‘This is How We Do’, e ‘Internacional Smile’ suenan demasiado bruscas junto a otras, y no calzan tanto -a ratos, casi nada- con el concepto y la atmósfera que por ratos se logra. Perfectamente podrían quedar como bonus y seguir como singles. Ese ‘pero’ sonará algo rebuscado, pero el ejercicio de eliminar esas canciones y formar un tracklist de la edición estándar con los tracks adicionales, forja un disco mucho más redondo. A pesar de eso, el tercer LP de la estadounidense se erige como la sorpresa del año en cuánto al pop mainstream, y establece bases interesantes para la carrera de Katheryn Hudson. Es de esperar que siga avanzando en pos de ser una artista con ideas más novedosas, sin estancarse en tramos genéricos. Quizá ella misma se dio cuenta que se puede seguir teniendo éxito masivo buscando siempre avanzar hacia sonidos y estilos más originales. No estará de plano peleando a ser lo mejor del año, pero sin duda alguna, “Prism” es un buen disco pop, y sobre todo, un avance muy, pero muy necesario para Katy Perry.
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