El clásico actor de las teleseries noventeras conversó con el podcast «Reyes del Drama» y no sólo recordó sus inolvidables personajes de «Estúpido Cupido», «Rompecorazón» y «A Todo Dar», también desclasificó los motivos para no volver «por ningún motivo» a dicho género dramático.
Alejandro Castillo se ha dedicado durante los últimos años a la docencia y a la dirección teatral. «No me acuerdo nada de las teleseries, ni de los personajes», señaló, agregando que «sé que en Wikipedia están todos los datos, pero yo no me acuerdo de nada. Sé que lo pasábamos muy bien, no es que quiera renegar, pero la memoria de las teleseries es así. El cerebro rechaza la idea de mantener esas experiencias. No me acuerdo absolutamente de nada».
Durante la conversación, el actor recordó la rutina que tenía cada mañana donde partía a las 06:30 de la mañana repasando textos para estar grabando de ocho de la mañana a ocho de la noche, sábados incluidos. La cantidad de escenas según la importancia del personaje de cada actor: “Un desgaste terrible. Horarios fuera de toda lógica. Era un trabajo tedioso que yo no quiero repetir por ningún motivo. Esa etapa ya la pasé. Yo estoy muy contento ahora leyendo y haciendo teatro”, argumenta.
Estos factores influyeron en su alejamiento de la televisión. “El tiempo que le dedicamos al teatro es lo que nos dejaban libre las otras pegas que hacemos. Hacemos el teatro en la medida que podamos porque las teleseries nos consumían todo el tiempo y las energías. Yo he recibido algunas ofertas de teleseries y he dicho que no porque no me interesa ni el papel ni el sueldo. Hay vida después de las teleseries. Muchos colegas se las han arreglado haciendo clases, teatro. A muchos nos gustaría poder hacer series, más que teleseries. Así está funcionando el mercado. Han externalizado las producciones lo que debilita más el sistema”, comenta.
Sobre la nula producción en ficción de TVN que tiene desde hace algún tiempo, Castillo apunta directamente al directorio del canal. “Los gerentes no tienen idea de televisión. ¿Quién tiene alguna idea de televisión? Muchos de ellos dijeron que necesitaban saber de empresa más que de televisión. Ese concepto reducía la producción de una teleserie de ocho meses a seis meses, o sea, más horas de trabajo para los actores y sueldos iguales. Así se hicieron muchas teleseries, a costa de nosotros. Estuvimos contratados a honorarios por mucho tiempo. Hubo casos que se ganaron, como José Soza, donde les pagaron las imposiciones de veinte años. La gente dice que uno acepta esas condiciones, pero si no, no estabas. Había un chantaje moral que siempre se impuso en las teleseries. Ahora no tenemos como solventar una jubilación más o menos digna”, analiza.
Sobre las pocas demandas que han hecho los actores sobre estas irregularidades, el actor señala que si las llevan a cabo, nunca más vuelven a trabajar: “Tú haces una demanda y nunca más vuelves a trabajar. A las gerencias no les gustan que los lleven a juicio”, sentencia.