Este sábado a las 18:00 horas se estrena el primer capítulo del programa que conducen Rafael Cavada y Céline Cousteau, la nieta del gran oceanógrafo Jacques Cousteau, ambos hacen un recorrido por las costas chilenas para darnos una mirada de lo que nos ofrece nuestro mar.
Fueron varias las generaciones que por años disfrutaron las películas del inolvidable Jacques Cousteau. Es ahora su nieta, Céline, quien llega a la pantalla para deleitarnos con sus expediciones. La francesa conoció al periodista chileno Rafael Cavada y juntos decidieron emprender un recorrido por las costas de Chile.
A bordo del Forester, un moderno barco que podría asemejarse al mítico Calypso, viajaron por todo el país encontrándose con diferentes realidades. Durante la expedición conocieron hombres y mujeres de mar, bucearon muchísimas horas explorando diversos fondos marinos, hicieron acciones ecológicas, revivieron historias y conocieron culturas.
Primer capítulo: “Fiordos y canales”
En los canales del sur empieza el viaje de Céline Cousteau y Rafael Cavada por las costas de Chile. Allí abordan el Forester, el barco que los conducirá en esta expedición que intenta mostrar todo el universo que rodea nuestro mar.
¿Qué encuentran en la zona? Éste es un territorio de naufragios y aunque un barco encallado en un fiordo rodeado de un paisaje increíble puede conformar una bonita postal, lo que se esconde tras esos fierros oxidados es una triste realidad. A pesar de los años que han pasado después de estos accidentes, el petróleo derramado continúa allí impidiendo que la naturaleza se desarrolle normalmente.
Décadas atrás, Jacques Cousteau viajó por estas tierras, por lo que seguir la ruta de su abuelo tiene un especial significado para Céline. Ella tendrá un encuentro muy emotivo con uno de los pocos kaweshkar que han sobrevivido y que se dedica a conservar su cultura.
En la Isla Madre de Dios, Céline y Rafael recorren diferentes hitos que marcan el paso del tiempo en esta región: Van a las cuevas donde hace pocos años se descubrieron milenarias pinturas rupestres. También se aventuran por un estrecho laberinto que -dicen- conduce al centro de la tierra.
En esta parte de la expedición, el equipo tiene un importante desafío: aprender a bucear con “trajes secos”. Éste es diferente de los demás porque permite sumergirse en aguas tan frías como las magallánicas y para eso introduce una capa de aire entre la piel del buzo y el traje. Esto hace que sea muy dificultoso hundirse y maniobrar bajo el agua. Pero este aprendizaje es muy importante porque van en camino a la Antártica y allí es mandatorio su uso.