Dos programas de formatos muy similares, pero con objetivos muy diferentes. Mientras el del “Tío Emilio” tiene un fin social claro, el de Eva Gómez juega descaradamente con el morbo con el fin de lograr rating.
En una televisión abierta chilena carente de ideas y donde los grandes fenómenos de sintonía son teleseries turcas de hace cinco años atrás, uno de los pocos programas de factura nacional que ha destacado es “Manos Al Fuego”, basado en una idea perturbadoramente atractiva: someter a una persona a una cruenta prueba de fidelidad amorosa, mientras su pareja lo observa en tiempo real. Si el “tentado” resiste, hay un premio en dinero, pero si termina “mordiendo la manzana”, su pareja lo encara con el despecho propio de alguien al que le han puesto los cuernos. Las pruebas no son menores: hombres tentados por modelos guapísimas, con poca ropa y coquetas a más no poder; y mujeres expuestas a vedettos musculosos y cancheros (con y sin “n”).
“Manos Al Fuego”, conducido por Eva Gómez y el periodista César Campos, resulta indudablemente atractivo en términos televisivos, está muy bien realizado y es efectivo en rating, pero me genera muchos reparos en cuanto a lo ético. Hay gente para todo, pero ¿qué hay que tener en la mente para someterse a sí mismo y a su pareja a pruebas de este tipo? Una de dos: o la necesidad de comprobar la fidelidad del que está a tu lado es muy grande, o la necesidad de obtener fama y dinero también lo es. El recurso de exacerbar las emociones y los conflictos humanos con el fin de generar morbo y concitar audiencia me parece éticamente cuestionable. Me recuerda a algunos programas extranjeros que se muestran en segmentos de “Así Somos”, en los cuales se hace morbo con exámenes de ADN para comprobar paternidad; o matrimonios entre gente desconocida, etc. Cuando la TV usa estos recursos, empieza a jugar con fuego, y se corre el riesgo de llegar a situaciones complicadas, como peleas o hasta crímenes.
La comparación de “Manos Al Fuego” con “En Su Propia Trampa” salta a la vista, por la similitud en el uso de cámaras ocultas. No es de extrañar considerando que el equipo de realizadores de “Manos Al Fuego” participó en las primeras temporadas en el programa de Emilio Sutherland. Sin embargo, las diferencias de objetivo y éticas entre ambos programas “primos” me parecen notables. En el caso el ya clásico programa del “Tío Emilio”, el recurso efectista se usa para darle una lección a delincuentes, charlatanes y pillines de diverso tipo con enorme historial de estafas a inocentes, se le dan pistas valiosas a la justicia para sacarlos de circulación y de paso se le enseña a la gente los trucos que usan estos criminales.
Una cosa es hacerle una encerrona a delincuentes con prontuario y peligrosos, aunque sean supuestamente “chicos”, y otra muy diferente es tentar con la manzana de la infidelidad a personas que en muchos casos no tienen historial al respecto. Además, si alguien somete a su pareja a una prueba de infidelidad, y este cae, ¿significa necesariamente que el “infiel” lo es por naturaleza? Las tentaciones a las que son sometidos son tan grandes que harían caer incluso a gente con la cabeza bien puesta, pero a la que la pillan “volando bajo”. ¿Cuántas personas con relaciones consolidadas, podrían resistir esas tentaciones? ¿Aceptarían siquiera someterse a ellas, o se alejarían? Por otra parte, si el “tentado” o “tentada” efectivamente se resiste, ¿será valorada su fidelidad o se pondrá en tela de juicio su inteligencia o su identidad sexual? Para ese tentado, ¿valdrá la pena mantener una relación con alguien que es capaz de someterlo a una prueba de ese tipo?
“Manos Al Fuego”, el primito morboso de “En Su Propia Trampa”, pone nuevamente en el tapete la pregunta si vale la pena conseguir rating a cualquier costo, en este caso jugando peligrosamente con las relaciones humanas. ¿Es ésta la TV que queremos?