Chile tiene su propio Harvey Weinstein. La reciente declaración como culpable de acoso sexual al director y guionista de cine Nicolás López -aunque fue declarado inocente de otro caso de violación-, más allá de si se traduce o no en reclusión efectiva, debiera marcar un antes y un después en el trato hacia las mujeres en los medios de comunicación.
El mundo del espectáculo ha sido históricamente una selva para muchas féminas. Escándalos como el de Harvey Weinstein y Bill Cosby han evidenciado las pellejerías que ellas han tenido que pasar para poder progresar en este mundo supuestamente de luces y glamour. Este nauseabundo hecho, tan bien retratado por la banda mexicana Molotov con su canción “El carnal de las estrellas”, también se reprodujo en Chile.
Desde siempre han trascendido incontables historias de malos tratos de insignes personajes del medio, pero ahora último, coincidiendo con el auge del movimiento #MeToo, han tomado vuelo inesperado. En nuestro país, los casos de Herval Abreu y Jaime Román empezaron a abrir esta cloaca ante la opinión pública, y el de Nicolás López permitió mostrarla en toda su dimensión.
La descarada conducta del director de cine es reveladora de una cultura extremadamente machista y sexista que estuvo normalizada desde siempre, y que recién se empezó a desnormalizar. Las rutinas revisteriles de “Morandé con Compañía” en su época de oro eran grito y plata en la TV abierta. Los obreros piropeando a las mujeres que pasaban cerca de la obra eran considerados “parte de la idiosincrasia nacional”. El varón que no se daba vuelta a mirarle el trasero o las piernas a una mujer que caminaba a su lado corría serio riesgo de ver cuestionada su masculinidad y ser víctima de bullying por ello. El reciente episodio del -ahora ex- camarógrafo de CNN Chile que le dedicó una inadecuada frase “pícara” a la alcaldesa de Santiago Irací Hassler demuestra lo internalizada que está todavía esa cultura.
Los testimonios en los diversos reportajes sobre el tema revelaron que López actuaba de forma abierta y desembozada, que la corte de gente a su alrededor lo aceptaba como si fuera algo de lo más normal, y que el que se atreviera a cuestionarla o denunciarla corría riesgo de ser funada y perseguida laboralmente.
Faltando solamente la condena, ya se puede hablar de López como abusador sexual. Y esto deja en una difícil posición a las personas que apoyaron al director, en particular a las actrices Paz Bascuñán, Loreto Aravena e Ignacia Allamand, quienes aparecieron prestándole ropa de manera, como mínimo, muy poco prudente. Más allá de la posibilidad de que puedan tener algún problema legal a futuro por esta situación, las tres actrices quedaron en los hechos ante la opinión pública como “defensoras de un abusador sexual de mujeres”, lo que las deja como “traidoras” de su propio género. Con eso, dudo que las feministas -en especial las más radicales- las traten con alguna consideración.
Para más remate, las tres tienen “contactos privilegiados”. Paz Bascuñán es hija de la ex ministra y diputada Mariana Aylwin y nieta del ex presidente Patricio Aylwin; Ignacia Allamand es hija del político de derecha Andrés Allamand; y Loreto Aravena es pareja de Max Luksic, actual director de Canal 13 e hijo del empresario Andrónico Luksic. Si se intenta que “pasen piola” y sigan desarrollando sus carreras como si nada, muy probablemente podrían decir que están “apitutadas”, lo que haría mucho más impresentable su situación. Ante estos hechos, creo que lo mejor es que se fondeen y desaparezcan del radar público por un tiempo largo, para capear el temporal, y sobre todo cruzar los dedos para que no les lleguen esquirlas judiciales.
Este episodio debiera ser un gran estímulo para acabar de una vez por todas con la cultura machista en la industria de las comunicaciones, y ojalá en la sociedad chilena. A estas alturas, más de algún “prócer” con muertos en el clóset en esta materia tendría que estar sudando frío por la espalda. Una acusación de este tipo destruye reputaciones y mancha de manera indeleble legados profesionales y artísticos.
Como señalé en un artículo anterior, si no vas a tratar bien a los demás por bondad o decencia, entonces hazlo para cuidar tu carrera, prestigio y legado. Puede que seas poderoso y prestigiado ahora, pero en el futuro nunca se sabe, y si los vientos cambian, los que maltrataste o abusaste en el pasado puede denunciarte, y con ello todo por lo que te esforzaste y luchaste, aunque sea artística o profesionalmente meritorio o relevante, quedará manchado para la posteridad.