“Juventud, divino tesoro”, recita el poema de Rubén Darío, aludiendo a ese regalo que ofrece la vida, pero que, al mismo tiempo y poco a poco, va restando su cuota de lozanía a medida que pasan los años. En vez de amilanarse ante ello, la actriz Katty Kowaleczko ha sabido sacar rédito a arrugas y canas, y al mismo tiempo dar gracias por el tiempo de aprendizaje y los días en que se benefició de la abundaba de su natural colágeno.
Si a la fecha su currículo profesional puede dar cuenta de 24 telenovelas, doce películas y trece series, incluyendo en estas últimas su participación en “Los 80”, lo cierto es que Katarzyna Helena Kowaleczko Henríquez, el nombre completo de la intérprete, nunca estudió teatro e inicio su carrera televisiva no precisamente en un set , sino como modelo nada menos que en “Sábados Gigantes”.
“Soy de una época en que ser bonita daba mucho y, creo, lamentablemente, que todavía lo es. Se me abrieron las puertas, tuve oportunidades, y pude empezar a aprender. Y lo mismo fue en el teatro”, detalló la actriz en entrevista con The Clinic.
El dulzor de su primer protagónico
Estaba aún en el colegio cuando comenzó con estos trabajos que no le aseguraban contrato ni empleo estable hasta que, en 1986, decidió darse un ultimátum vocacional: “Dije: ‘De ahora en adelante soy actriz’”, recordó la intérprete de los años en que ejercía como secretaria en una agencia de publicidad.
Tras diversos castings, pruebas de cámaras y audiciones, sus esfuerzos fueron recompensados al ganarse, en 1987, un rol para la teleserie “La invitación” de Canal 13. Luego siguieron muchas más, entre ellas, la emblemática “Marrón Glacé”, dirigida por Óscar Rodríguez, donde compartió protagonismo con Gloria Münchmeyer y Carolina Arregui.
Pero tras años de lucir talento en la pantalla, por estos días su rostro no aparece en los créditos de las producciones que actualmente se emiten en los canales nacionales.
“La televisión ha ido cambiado. Mi última telenovela fue “Pobre Novio”. Mega es el único canal que hace producciones audiovisuales de este tipo y tiene un elenco estable. Trabaja siempre con los mismos y no hay tanta demanda por actores”, señaló la actriz Katty Kowaleczko sobre su ausencia en televisión.
Reconoce que es un escenario que a veces echa de menos, pero que hoy ese ritmo demandante no le acomoda ya que debe cuidar a su madre que padede de Alzheimer.
Por lo demás, y si bien la intérprete está llena de proyectos – recientemente concluyó la temporada del unipersonal “María, Mater Dei” en la Corporación Cultural de Las Condes, y el 6 de septiembre participará en el nuevo montaje de “La Remolienda” que se presentará en el teatro Nescafé de las Artes-, Katty Kowaleczko dice que no es una actriz que quiera morir en el escenario. Ahora que prontamente cumplirá los 60 años, su deseo apunta a buscar una mejor calidad de vida. “Tengo mucho proyecto para la tercera edad”, confidencia.
Regia y natural
Y es que, justamente, los años no han sido un problema para ella. A los 42, su figura impactó como sex symbol, tras participar en el segmento de trasnoche de la Teletón 2006, realizando un sensual striptease.
“Nunca tuve problemas con mi edad. Había colegas que me decían: ‘no digas tu edad porque sacan la cuenta de la mía’. No sé, nunca me importó. De hecho, un tiempo me dejé las canas, pero me las tuve que teñir por trabajo. Creo que envejecer tranquila es algo muy gratificante”, explicó la intérprete sobre el paso de los años.
Aun así, comenta que hubo un tiempo en que utilizó plaquetas y bótox, pero luego recapacitó sobre ello. “De repente dije: ‘para qué, después voy a tener que meterme bisturí en la cara’. ¿Y si no me gusta? Prefiero ser una vieja estupenda que una vieja con cara de cirugía”.
Lo cierto es que la actriz Katty Kovaleczko sigue siendo atractiva, a pesar de que ella misma exprese que la gente opina mucho de su apariencia. “Que estoy vieja. Cuando estuve con las canas, me decían que por qué no me teñía. Es una mala señal dejarse envejecer en esta sociedad. A la mujer no se le da permiso y, sobre todo, en el oficio en que yo estoy, donde hay mucha imagen. (…) Pero cada uno sabe cómo vive. A mí no me acomoda”, reflexionó.