Para nadie es un misterio que las teleseries vespertinas chilenas ya no cautivan al público como antes, pero ¿por qué ya no logran enganchar a los televidentes?… Quizás uno de los motivos a razonar sea la falta de villanos potentes en estas producciones.
En las últimas telenovelas nacionales ya no hay esos malvados que hacían y deshacían constantemente con el resto de los personajes, aquellos que dominaban los hilos de las producciones, como “Adriana Godán” (Gloria Münchmeyer) en “Los Títeres”, “Roberto Betancourt” (Luis Alarcón) en “La Represa”, “La tía Nina” (Sonia Mena) en “Marrón Glacé”, Sarita Mellafe (Paulina Urrutia) en «Fuera de Control», o “Iván Andrade” (Cristián Campos) en “Marparaíso”.
Sí, aquellos villanos que quedaron inmortalizados en la memoria de quienes siguieron tales telenovelas. Y es que su maldad no traspasaba límites y eso los hacía roles indispensables para el buen accionar de la trama. Cada paso que daban generaba en el público unas ansias enormes de saber qué era lo que tenían preparado para los próximos episodios, con qué sorprenderían en su loco actuar y de qué forma harían sufrir una y otra vez a los protagonistas, situación que últimamente no ha estado presente en las teleseries chilenas.
De partida, en las actuales producciones no hay un villano de temer, es más, en “Cuenta Conmigo” ni siquiera hay uno que se le acerque, y a lo mejor he ahí uno de sus puntos más débiles, ya que no hay antagonistas, a lo más está “Anita” (Carolina Arregui) que trata de quedarse con “Camilo” (Bastián Bodenhöfer), el marido de “Josefina” (María Izquierdo). Sin embargo, el tratamiento de amante buena y que quiere luchar por el amor de verdad, aleja a este rol del clásico papel de la antagonista; quizás si definitivamente “Anita” fuera una mala mujer, sin límites ni escrúpulos, la historia tendría más acción y sería más atractiva.
Por su parte, en “Los Exitosos Pells” lo que más se le acerca a una malvada es “Franca Andrade” (Claudia Di Girólamo), no obstante es débil en su historia, sólo desarrolla una maldad en torno a su trabajo, quedando relegada a una simple fémina trajabólica, histérica, exitista y representante de muchas jefas del mundo de hoy, pero no más que eso.
Definitivamente los que faltan son esos villanos de temer, aquellos con los que unos sufría estando frente al televisor, ésos con que su sola presencia provocaban temor en el telespectador, los que sencillamente ponían la piel de gallina… papeles que claramente pueda sustentar una historia por cien capítulos y provocar que de unas vez por todas las telenovelas vespertinas vuelvan al sitial que se merecen.