Más destructivo que el huracán “Sandy”. Después de más de cinco años de congelamiento televisivo, Yerko Puchento volvió a hacer de las suyas en el remozado “Vértigo”. Ahora, con una escenografía que parece nave espacial, con Diana Bolocco y Martín Cárcamo tomando los lugares de Lucho Jara, Alvaro Salas y Raquel Argandoña, y con invitados faranduleros de cada vez menor nivel, el personaje encarnado por Daniel Alcaíno ha demostrado su vigencia. Como dijo en su primer programa, al igual que la Bachelet, en el silencio se hizo más poderoso.
Yerko Puchento partió como una evidente parodia al periodista de espectáculos Carlos Tejos a mediados de la década pasada en “El Lunes sin Falta”. Era una especie de notero-papparazzi que viajaba a diferentes eventos donde perseguía a los famosos internacionales. Sin embargo, al poco andar cambió la engolada manera de hablar de Tejos por otra más amanerada y se transformó en una muy bien lograda caricatura de los opinólogos que proliferaban como callampas en los programas de farándula. Paradójicamente, se convirtió en el mejor de ellos, en un maestro de la ironía y el sarcasmo, en alguien que supo canalizar lo que el público pensaba de los personajes de farándula. Además, con una libertad editorial a la que no estábamos acostumbrados en Chile. A mediados de la década pasada, con Canal 13 aún en manos de la Iglesia Católica, Yerko, con la ayuda del libretista Jorge López, se daba el lujo de descuerar sanguinariamente a los invitados en sus propias narices y frente a todo Chile; además, se reía de los fracasos y desgracias de su propia estación televisiva y hasta se daba maña de hacer alusiones directas a la contingencia política. Con ello, Yerko se transformó en un imán que atrajo rating y sintonía cuando el entonces estación del angelito pasaba por momentos muy bajos.
Sin embargo, tal parece que tanta libertad e irreverencia fue demasiado para algunos directivos. En ese entonces, Canal 13 trataba de servir simultáneamente a Dios y al rating. Por una parte, como canal de la Iglesia Católica, se negaba a emitir los spots de prevención del SIDA, y hablaba en contra del uso del preservativo y de la píldora del día después. Por otra parte, se veía obligado, por motivos de rating, a entregar contenidos contradictorios con esa postura. Yerko Puchento no hubiera tenido cabida en un canal 13 100% coherente con la línea católica. Y al parecer eso pesó para que, una vez finalizada la última temporada del antiguo “Vértigo”, los “genios creativos” del canal decidieran meterlo en el congelador durante tantos años. Entendible desde el punto de vista editorial, pero una torpeza absoluta en lo televisivo. Canal 13 mantuvo en “stand-by” a uno de sus mayores capitales de rating en un momento de fuerte crisis televisiva e institucional que terminó en la venta de 2/3 de la estación a manos del grupo Luksic.
El triunfal retorno de Yerko se da un ambiente sumamente propicio para lo suyo. Canal 13 es ahora una empresa privada, con un dueño que, como buen empresario, quiere triunfar en un mercado competitivo; la influencia de la Iglesia Católica está reducida a su mínima expresión, no solamente por su condición de accionista minoritario, sino que por el desprestigio en el que ha caído producto de los sucesivos escándalos por pedofilia; y, para más remate, estamos en una época marcada por los movimientos ciudadanos y el auge de las redes sociales. Yerko Puchento está en un ambiente de gran libertad editorial, sin las ataduras de antaño y con todas las comodidades para hacer de las suyas a sus anchas.
El primer capítulo fue simplemente de antología. Bajó de una réplica de la cápsula “Fénix” y se despachó un sanguinario discurso que no dejó títere con cabeza. Palanqueó a Nicolás Eyzaguirre y al mismísimo Andrónico Luksic; se burló en su cara de los animadores, y trapeó con Vale Roth, Arturo Longton, Salfate y Luli. En la segunda edición su performance duró menos pero fue igual de sanguinaria, en especial con Joche, Dominique Gallego, el Pollo Fuentes y Perla. Tampoco dudó en festinar con Mariana Marino, Mario Horton, Katty Kowaleczko, Álvaro Escobar, Mauricio Flores y la particular Tanza Varela en el último episodio. Me atrevería a decir que, en estos momentos, Yerko Puchento es el único personaje capaz de hacerle el peso a Stefan Kramer en cuanto a potencia humorística. Ha arrasado en rating y hasta ha sido Trending Topic mundial en Twitter. Su sola presencia explica el éxito de “Vértigo”, porque la verdad es que los invitados, salvo contadas excepciones, han sido hasta ahora figuras de segunda o tercera línea.
Junto con el montón de elogios, han surgido algunas voces críticas a la excesiva virulencia en sus rutinas, en particular respecto de Valentina Roth, (el propio Alcaíno reconoció al siguiente que se le anduvo pasando la mano con ella). Coincido en que a veces se pasa de revoluciones, y me pregunto si esto no será una apología al “bullying”. Sin embargo, todos sabemos quién es Yerko, y el que va a “Vértigo” tiene claro a lo que se enfrenta. Nadie los obliga a aceptar la invitación. Vale Roth y los otros invitados sabían a lo que iban, y por lo demás les pagaron muy bien por ello. Asistir a “Vértigo” y quejarse de que Yerko le hizo “bullying” es como ir a la guerra y quejarse de recibir balazos. Por otra parte, muchos de los invitados son figurillas de la farándula cuya fama y negocio se basa en armar escándalos de poca monta, lo que incluye a veces practicar “bullying”. En ese sentido, no me parece que Vale Roth, Adriana Barrientos, Tanza Varela y otras “figuras” tengan autoridad moral para pedirle a Yerko la clemencia que ellos mismos no tienen con otros.
Recién está empezando la temporada, y cuesta imaginarse cuál va a ser la siguiente genialidad con la que la dupla Alcaíno-López nos va a sorprender. Si ya en el antiguo “Vértigo” sacaba ronchas, en la versión 2012 Yerko no tiene techo.