El premio nacional de periodismo Sergio Campos nos interpretó a muchos en el “Diario de Cooperativa” el miércoles 19 de diciembre pasado al declarar lo siguiente: “la estupidez no tiene fronteras. Yo creo que se han pasado de la raya con programas especiales, diciéndole a la gente cómo podría sobrevivir. Yo creo que alguien debería tener un grado de sensatez, aunque sea mínimo, y terminar con esto porque hay gente que es poco informada, poco enterada de la realidad, y se preocupa en serio. Yo creo que alguien tiene que parar esta estupidez que está lanzada, especialmente en la televisión, hablando matiné, vermouth y noche acerca del acabo del mundo como si fuera verdad”.
Desde siempre temas como el fin del mundo y la profecía maya han causado atracción y temor entre la gente, en especial aquella más supersticiosa e ignorante. Ya Sir Orson Welles, a inicios del siglo pasado, probó eso en su programa radial “La Guerra de los Mundos”. Y eso se repitió en esta pasada en Chile. Desde la irrupción de Red Quake Alert y el éxito de “Psíquicos”, la “onda apocalíptica” se tomó por asalto todos los canales, en especial los matinales. Y la verdad es que rindieron mucho en sintonía.
El inefable Juan Andrés Salfate (y pensar que hace seis meses atrás estuvo preso por drogas), Hugo Zepeda, Cristián Contreras (una especie de Franco Parisi de los filósofos) y otros se hicieron el pino en todo este tiempo con las invitaciones a hablar de estas sandeces. Las imágenes del humorista Lucho Arenas Jr. juntando botellas de agua en su casa, de gente comprando elementos de sobrevivencia, de pánico e interpretaciones apocalípticas de la lluvia del miércoles 19 y de unos círculos alrededor del Sol, y las denuncias de una supuesta secta que iba a perpetrar un suicidio colectivo en una parcela en Malloco mostraron que una buena parte del público estaba seriamente preocupado del tema. El asunto fue tanto que la farándula se transformó en un bálsamo refrescante entre tanto mensaje apocalíptico, incluso a pesar del turbio episodio de los videos íntimos de Ronny Dance.
Como decía un letrero que apareció en una tienda, “el fin del mundo se suspendió hasta nueva orden”. Todos los temores de meteoritos, zombies, extraterrestres invasores, los tres días de oscuridad y otras fantasías de ciencia ficción demostraron ser infundadas. Lucho Arenas Jr. todavía se está entubando las botellas de agua, y en “Mañaneros” empezaron a dar mensajes con tufillo a “New Age” para dar un contexto razonable al fiasco.
En todo esto hay un dilema ético no menor: con el afán de lograr rating y publicidad, los medios avivaron un tema que provocó susto e inquietud en una buena parte de la población, y donde existió el claro riesgo de que se produjeran situaciones potencialmente complicadas, como saqueos y suicidios colectivos. Lamentablemente existe más gente ignorante, supersticiosa y con problemas mentales de la que quisiéramos, y aunque muchos teníamos claro que no iba a pasar nada, la gran masa susceptible y manipulable hace de que el manejo que se hizo de este tema fue, por decir lo menos, irresponsable. Creo que el asunto amerita regulación, no sé si como en China donde tomaron presos a todos los promotores de la idea del fin del mundo, pero lo claro es que no resulta ético jugar con los temores y las supersticiones de la gente.