Este sábado, en un nuevo capítulo de “Socios por el mundo” por Canal 13, Jorge Zabaleta y Pancho Saavedra continuaron recorriendo Nápoles y terminaron el episodio con la partida de su periplo por la Costa Amalfitana en Italia.
Específicamente, luego de visitar el Museo de Capodimonte, Pancho (con el regalo de su madre en la mano) y Jorge comenzaron a recorrer Nápoles, ciudad acerca de la que Zabaleta destacó que “yo creo que Nápoles es una ciudad caótica, pero ordenada en su caos”. Es que está plagada de motos, autos pequeños y calles angostas y bien convulsionadas.
Los amigos que lideran “Socios por el mundo” arribaron al Café Gambrinus, lugar que está dentro de los diez mejores cafés de Italia, fundado en 1860 y que llega a recibir a veinte mil personas en un solo día. Aquí los amigos probaron el café expreso típico de este local y ayudaron a preparar y servir el café a la gran cantidad de clientes que visita el recinto. Luego, sentados en una mesa del gran salón de Gambrinus, probaron los exquisitos dulces, siempre acompañados de muchos cafés.
Con mucha cafeína en el cuerpo, Pancho y Jorge caminaron por las calles de Nápoles, en donde se terminaron encontrando con el mural y punto de adoración al fallecido ídolo argentino Diego Armando Maradona. Ahí Jorge, por ejemplo, recordó cuando vio jugar al ex “Diez” en el Estadio Nacional, de Santiago, y confesó que “fue lo más lindo que me ha tocado ver en un estadio (rememoró cuando los chilenos lo aplaudieron cuando salió del partido 10 minutos antes del final), nunca había visto algo así”.
Siguiendo con su estadía en Nápoles, Saavedra y Zabaleta fueron al mercado Pignasecca, en donde se reunieron con un maestro pizzero, de la pizzería La notizia (destacada en la guía Michelin), y empezaron a comprar ingredientes para hacer sus propias pizzas napolitanas. En un local, en el que pasaron a comprar quesos y probarlos, Pancho desparramó-sin querer- la parte líquida de un queso, lo que provocó que el dueño del recinto los terminara echando de éste.
Ya en la pizzería La notizia, Pancho y Jorge empezaron la preparación de sus pizzas napolitanas, siendo el primero el que sobresalió. El maestro pizzero evaluó con nota 8 la pizza de Saavedra y 6, y solo por ser “simpático”, la de Zabaleta. Incluso Jorge trató de ponerle piña a su pizza, pero el maestro no lo dejó, le dijo que la pizza napolitana no podía ir con esa fruta. “¿No será que mi destino sea ser un maestro pizzero?” dijo entre risas el también conductor de “Lugares que hablan” acerca de su buena perfomance haciendo este clásico producto de la gastronomía italiana.
Posterior a hacer pizzas, los “Socios por el mundo” se empezaron a preparar para lo que sería la noche de Año Nuevo. Pancho Saavedra, con maleta en mano por cábala, y Jorge Zabaleta caminaron por Nápoles buscando dónde sería buena idea recibir las 12 AM del 1 de enero, llegando a instalarse en un mirador. Ahí, con champaña y otras cábalas como comer uva, los amigos se abrazaron y dieron el vamos al Nuevo Año.
Al día siguiente, llegó la jornada de emprender un nuevo rumbo y, para cerrar la estadía en Italia, era turno de empezar a recorrer la Costa Amalfitana. Sin embargo, antes debían pesarse, para saber cuál de los dos debía pagar el destino que venía tras Italia. Pancho Saavedra pesó 103,8 kilos, subiendo más de un kilo en comparación a la vez anterior que se pesó (102,5), mientras que Jorge Zabaleta pesó 95,0 kilos, bajando algunos gramos en comparación a su anterior peso (95,4). Es así como Pancho tiene que pagar el destino venidero… el actor ganó la apuesta.
Con estos pesos, la dupla partió su camino a las bellas localidades costeras al sur de Nápoles y lo hicieron en un Piaggio Ape. Producto de lo pequeño de éste, todo se hizo bastante estrecho en el vehículo, y posteriormente sufrieron un percance. Debido a la velocidad que tomó Jorge y el mal estado de las calles, una maleta se cayó y el regalo que le llevaba Saavedra a su madre se quebró: una porcelana del Museo de Capodimonte. El animador se llenó de ira y Jorge sólo atinó a reír. Luego le traspasó esas risas a su querido compadre. Entre risas le manifestó “no era tan capo”.