Un premio al respeto, la trayectoria, el cariño, pero por sobre todo, por haberse ganado un espacio en el corazón de la gente, es el que Felipe Camiroaga se hizo acreedor, a diez años de su muerte, al ganar el Copihue de Oro como mejor animador de la década, galardón que fue recibido por su padre, Jorge.
Este reconocimiento, que anualmente otorga el diario La Cuarta para premiar a figuras del espectáculo y la entretención, no fue el primero en la trayectoria del conductor de televisión: a su haber, ya contaba con otras seis estatuillas.
“Tengo varios Copihues de Oro. En el museo de Villa Alegre tenemos varios, también en Colina. Pero éste se va a quedar conmigo, se queda acá”, dijo emocionado el padre del animador, en entrevista con el medio creador de la iniciativa.
El tiempo no ha pasado en vano, pero aún así, más de 130 mil votantes coronaron a Felipe Camiroaga como el más grande de la década.
“Para mí y mi familia, nos conmueve que a diez años del accidente todavía lo recuerden y lo recuerden muy bien (…) Para nosotros es muy bonito que después de haber desparecido Felipe, la gente aún se dé la molestia de calificarlo y de dar una opinión y entregarle un premio como éste. Lo encuentro precioso”, explicó.
La devoción de sus fans y de buena parte de la ciudadanía fue el resultado de la personalidad del comunicador, cercana y divertida, razón por la que se transformó para muchos, en una figura que los acompañaba al interior de sus hogares.
Así también lo percibe Jorge Camiroaga. “Felipe, durante años estuvo en la casa de la gente, sobre todo de la gente sola, de las dueñas de casa. Era una compañía que la gente valoraba mucho y ahí están las razones porque lo quieran todavía… es impresionante”.
Lo cierto es que el animador se transformó en una suerte de ‘santo nacional’, cuyos devotos le rinden homenaje en murales, graffitis, en banderas que flamean en marchas y concentraciones, en un Súperman chileno.
“Cuando uno va a Coyhaique, a Punta Arenas, a Antofagasta… en el campo… uno ve que las dueñas de casa han colocado la fotografía de Felipe en sus hogares y en otros espacios… Eso es motivo de mucha satisfacción”, explicó con orgullo y emoción, el padre del también apodado “Halcón de Chicureo”.