Anoche se realizó la quinta jornada del Festival musical más importante de latinoamérica y se subieron al escenario Maroon 5, El Flaco y Alexandre Pires. A continuación el análisis de la penúltima noche festivalera.
Animadores: Sobrio recuerdo del 10º aniversario del 27-F. Notable auto-troleo a su accidentada jornada del día anterior, al pedir el bis a Paul Vásquez.
Maroon 5: F-I-A-S-C-O. Según afirmó Denisse Rosenthal vía Twitter, llegaron veinticinco minutos tarde y Adam Levine pidió que nadie lo mirara a la cara. O sea, divismo insoportable como el de Morrisey el 2012. Los tipos son musicalmente de verdad, sonaron increíble. Dio gusto ver a músicos en vivo después del karaoke de los Backstreet Boys el año pasado. El público gozó con su show y coreó todas sus canciones. Pero he aquí el gran problema: Adam Levine se notó abúlico, sin sangre, apestado, como si se hubiera contagiado de Coronavirus, vestido como si se estuviera recién levantando. Mick Jagger al borde los 80 años y recién operado del corazón tiene mucho más “power” que él. Después de disfrutar de verdaderos maestros en el arte de la performance como Ricky Martin, Stefan Kramer y especialmente Mon Laferte, ver a esta banda gringa de nivel mundial haciendo un show frío, sin sentido del espectáculo, casi como cumpliendo un trámite latero, resultó penoso. Estuvieron muy por debajo de la entrega de artistas como Tom Jones, Sting, Elton John, Lionel Ritchie, Rod Stewart, Rick Astley, Olivia Newton John, Europe y Jamiroquai. Hasta Cat Stevens, Peter Cetera y Paul Anka le pusieron más enjundia. Recibieron su doble gaviota fuera de pantalla y salieron arrancando. En suma, una total decepción, una falta de respeto y de profesionalismo inaceptables para una banda de su nivel. Sea en el Super Bowl, el Festival de Viña o en una humilde parrillada, todos los escenarios y los públicos que pagan una entrada merecen respeto y entrega por parte del artista. Hasta Ernesto Belloni y Jani Dueñas fueron más dignos. Respecto de las quejas de Levine que trascendieron respecto a que “era un programa de TV y no un concierto”, uno se imagina que artistas de nivel mundial como ellos tienen representantes competentes y conocedores de la industria que saben lo que están negociando. El Festival de Viña es conocido en todo el mundo, y no es misterio que son conciertos en vivo televisados en directo. Artistas como estos, que viven de sus recitales, suelen ser reacios a televisar sus espectáculos. O al representante le pasaron un gol, o el representante les metió un gol a ellos, o ambas, por lo que sospecho que se está yendo de reto en estos momentos. Sospecho que si hubieran tenido clara desde un comienzo la naturaleza del evento, habrían rechazado venir
Paul Vásquez: En sus primeros cinco minutos mostró más vida que Maroon 5 en todo su show. Logró captar la atención de un público que agotó rápidamente las entradas para ver a un grupo anglo, que está lejos de su target habitualmente popular, pero que no se fue después del show de los estadounidenses y lo escuchó con atención. Vásquez se transformó en un comediante de stand up de tomo y lomo, pero manteniendo lo mejor de su esencia callejera: la calle, la chispeza, el ritmo, la gracia y su proverbial talento para la comedia física. Logró articular un libreto entretenido, menos básico de lo esperado, donde se auto-troleó de forma magistral. Nadie como el Flaco sabe sacar provecho de sus pellejerías para hacer reír. Tal como se esperaba, aludió a la contingencia de forma directa al pronunciarse a favor de los derechos del mundo LGTBIQ+ y lucir un polerón con un ojo ensangrentado. En un momento dado salió el Flaco y entró Paul Vásquez a poner el pecho a las balas y advertir sobre los peligros de las adicciones en modo predicador de plaza. Sacó Doble Gaviota en medio de un momento emotivo. Con este triunfo Paul Vásquez definitivamente trascendió del humor callejero y demostró ser capaz de pararse en un escenario sin necesidad de un partner o bandejero, y de construir rutinas de cierto nivel de complejidad. Su historia final del loro me recordó la de los choros de Bombo Fica por su surrealismo bien logrado, donde además metió a destajo alusiones a la contingencia.
Alexandre Pires: Salió tarde, con la galería casi vacía, y demostró profesionalismo y entrega. Se le nota más maceteado, con voz más gastada y con una puesta en escena más sobria y menos colorida respecto a sus shows anteriores. Lució oficio y repertorio de sandías caladas para sacar adelante un show donde llegó como invitado de piedra, contratado para completar un día cuyas entradas ya estaban agotadas. Se nota que está en una etapa más de bajo perfil. Ganó Doble Gaviota y, al igual que el Flaco, mostró la sangre que le faltó a Maroon 5.