Animadores: María Luisa radiante de verde esmeralda. La dupla de animadores se soltó y se vieron cómodos en su rol de anfitriones del Monstruo.
Marco Antonio Solís: Se las sabe por libro. Haciendo casi el mismo show de sus visitas anteriores, el Buki tuvo comulgando de la mano a sus “damitas” desde el comienzo. Lució su gran voz, fue acompañado de excelentes músicos y lució su notable repertorio de clásicos románticos, pero creo que la clave de su éxito es su estudiado y muy bien logrado carisma mesiánico, similar al del experto en sismología Marcelo Lagos y al de (en una versión más rockera) Jean Philippe Cretton. Solís es un exitoso ejemplo de aplicación a la música popular de las estrategias de fidelización y control de masas de las iglesias evangélicas. Recibió la Doble Gaviota de rigor y las llaves de la ciudad.
Jorge Alís: El mismo que le abrió las compuertas del Festival de Viña al Stand Up lo rescató de su primer fracaso. Le tocaron condiciones complicadas, con la voz tomada (en algún momento se especuló con una eventual suspensión) y actuando después de la “liturgia” de Marco Antonio Solís, y aún así se echó al bolsillo al monstruo desde el principio con un espectáculo total, pensada especialmente para Viña y llena de recursos muy bien pensados y utilizados. Alís hizo bien la pega. Se nota que estudió a fondo el brillante show de Stefan Kramer del año pasado. Su crítica política y social fue demoledora y asertiva, y recordó las rutinas de Coco Legrand, Bombo Fica, Edo Caroe y Natalia Valdebenito. Hizo que nos riéramos a carcajadas de muchas cosas que normalmente nos harían llorar. Se llevó Doble Gaviota mereciendo más y se anotó con uno de los shows humorísticos más memorables de la historia del evento. Dictó cátedra acerca de cómo se hace stand up para público masivo. Después de esto, Jani Dueñas y sus defensoras ya no tienen más excusas. No era problema de público, pues a Alís le tocó un Monstruo supuestamente mucho menos “culto” y más “facho pobre” que al de ella, y hasta se burló de ellos en su cara. Simplemente no supo hacerla. Ojalá, por el bien de ella, que la hagan entrar en razón.
Carlos Rivera: El mexicano recibió una Quinta con notorios claros de gente. Hizo un show sólido, en donde se vio su oficio como artista ligado al mundo de los musicales, y que quizás por lo mismo de bajo perfil mediático. Canta muy bien, baila como los dioses, es simpático y humilde, y tiene una facha espectacular. En otras palabras, un showman de tomo y lomo. Como era de esperarse destacó su one hit wonder “Recuérdame”, pero lució otras canciones notables, dignas de mayor reconocimiento. Su show se merecía un mejor marco de público. Aparte de la Doble Gaviota, Viña le puede abrir las puertas del reconocimiento masivo que se merece por talento y calidad.