Comenzó el Festival de Viña 2020 y, una vez más, el encargado de las columnas de opinión de Fotech.cl analizará cada una de las noches del evento. A continuación los dejamos con la primera de ellas.
Pésimo manejo: Como ha sido una constante durante el Estallido Social, las autoridades fueron completamente incompetentes para controlar la seguridad en las calles. Las medidas de seguridad solamente sirvieron para echarle napalm a la hoguera. Que Carabineros haya terminado lanzando lacrimógenas al hall del Hotel O`Higgins fue demasiado. Fue una obra maestra de humor negro escuchar a Ricky Martin cantando “La Bomba” y “Fuego contra Fuego” mientras a metros de la Quinta Vergara estaban saqueando de lo lindo la automotora Cartoni, PC Factory, Corona y otras tiendas. Un verdadero retrato de la situación de Chile.
Obertura: No hubo. La que estaba pensada se suspendió a última hora. La información oficial es que la mayor parte de los participantes en ella estaban alojados en el Hotel O’Higgins, incluidos Tiro de Gracia que también eran parte del inicio del festival. Más encima, los incidentes lograron lo que solamente había logrado antes el insoportable divismo de Morrisey el 2012: suspender las competencias.
Escenario: Un twittero hizo una observación -que después borró- respecto a que el escenario tenía forma de ojo. De ser así, me parece un notable gol olímpico y de rabona de parte de los encargados de la escenografía.
Sonido en problemas: Se notaron serios problemas con el audio. Y no solamente por la descarada censura al sonido ambiente cuando el público le dedicaba el ya clásico canto a Sebastián Piñera. Durante el show de Ricky Martin se notaron serios problemas en la mezcla de éste. No quisiera estar en el lugar del pobre encargado de sonido que debe estar haciendo malabares para que se escuche bien y que las manifestaciones del público pasen desapercibidas.
Animadores: Salieron dar la cara al inicio de la jornada, y lo hicieron de muy buena manera. Rayaron bien la cancha. No se hicieron los giles con la contingencia. No hubo pedida de beso ni -por el bien de ella- saludo formal a la complicadísima Virginia Reginato. Notable el diálogo, con jugueteo pícaro incluido, entre ambos y Ricky Martin, y genial la complicidad que mostraron con Stefan Kramer.
Ricky Martin: Cumplió con las expectativas. Más que cantante, Ricky es un performer consumado. Se mandó un pedazo de show al estilo del medio tiempo del Super Bowl. Una puesta en escena espectacular, con puños en alto y cargada al rojo al inicio del show, con gran uso de multimedia y músicos de verdad. Ricky no tiene una gran voz (de hecho se le fue en algunos momentos), pero la que tiene la dosifica bien y centra sus energías en su faceta de showman y seductor. Merecida la doble gaviota. Potente espectáculo para comenzar. Después de la Gaviota de Oro, se manda la frase de oro: » «Exijan lo básico, los derechos humanos. Nunca callados, con amor, con paz, pero nunca callados, exijan lo que ustedes merecen».
Stefan Kramer: Crack. Puto genio. Jugado. Cojonudo. En sus primeros cinco minutos de show hizo pedazos todo el plan de “baja de perfil” de los organizadores del evento. No le importó ni los intentos de censura, ni las protestas de un puñado de ingenuos pidiendo que “no hablara de política” ni las penosas quejas por bullying de Pablo Zalaquett. Puso en juego todo su prestigio en este show para marcar posición y dar un mensaje, Y lo hizo con talento, inteligencia y gracia. Su épico show estuvo lleno de detalles: realizó referencias a Ricky Martin, incluso palanqueándolo por su voz “caprina” a lo Pollo Fuentes, lo que indica de que estaba agregando ideas para su rutina con lo que sucedía en el momento; se dio el lujo de mostrar a Andrónico Luksic caricaturizado como flaite por las pantallas de Canal 13. Sacó la motosierra y la pasó por encima del gobierno completo y de Carabineros; le prestó ropa pública y explícitamente a la Primera Línea y le dio espacio en su show a dos de sus íconos, la Tía Pikachu y el Sensual Spiderman; hizo una notable reinvención de su recordada performance de Nicolás Massú en su show festivalero del 2008, pero con evidentes referencias a la contingencia; se dio el gusto de hacer participar a su esposa Paloma Soto en una entretenida secuencia con imitaciones y más alusiones a la contingencia. Un gusto con harto sentido artístico, pues Paloma es bella, talentosa como cantante (hay que recordar la soberbia canción principal de la película “Stefan vs Kramer”) y tiene gracia para la comedia; hizo referencias a casi todos los hechos del estallido social, desde el Mentholatum hasta la AK-47, y los contextualizó genialmente con sus proverbiales imitaciones. Kramer, además de talentoso, es un profesional de puta madre. Resulta evidente que tomó nota y sacó inspiración del show de Jorge Alís el año pasado. La Doble Gaviota se me hace mezquina para lo que hizo. Se merecía con creces la de Platino. No sólo montó un espectáculo de clase mundial que superó sus ya extraordinarios shows festivaleros anteriores, logró el mayor rating de la historia del evento desde del show de 31 Minutos el 2013 (frisando los 60 puntos entre TVN y Canal 13), sino que además hizo una soberbia alegoría al estallido social y le dejó armada la franja electoral completa a la opción “Apruebo”
Pedro Capó: Poco que decir. El boricua pasó por lo de “Yandar y Jostin” el 2014: cantar cerrando la jornada ante muy poco público. Cumplió profesionalmente mostrando su calidad y se ganó en media hora su doble gaviota. Un artista que merecía mejor marco de público.