La actriz realizó un recorrido por sus personajes en televisión desde “El juego de la vida” hasta “Amar a morir”, en el podcast “Impacto en el Rostro”. A continuación, parte de esta interesante conversación.
¿Cómo se forma una actriz autodidacta?
Es bien difícil el camino, sobre todo hoy en día. Pero en mi caso, cuando tenía dieciséis años lo que hice fue ir a entrevistas, hacer casting, ir a productoras, a los canales. Ahí dejé mis datos y de repente me llamaban para hacer pequeños comerciales. De a poco fui entrando a este mundo que realmente me gustaba, hasta que me dieron la oportunidad de hacer un papelito corto en una teleserie. Ahí empezó mi carrera como actriz sin haber estudiado, descubrí que parece que había dedos para el piano.
¿En qué contribuyó para tu formación de actriz los actores Ana González y Jorge Yáñez?
Para mí fueron tremendos actores. Yo sabía que la mejor forma en que yo podía aprender rápido era mirando sus actuaciones. Siempre estuve ahí presente, muchas veces no tenía siquiera que hacer una escena y yo me quedaba ahí en el estudio, mirando cómo trabajaban estas personas y realmente fue un aprendizaje. Dicen que en el oficio es donde más se aprende y a mí me gustaba muchísimo verlos a ellos, como actuaban y como se manejaban en cámara. Tuve el privilegio de tener a los más grandes. Anita González era lo máximo, sobre todo porque era muy divertida, intrínsecamente, no es que intentara ser divertida, ella era divertida por sí misma, una persona muy encantadora.
“El juego de la vida” fue tu primera teleserie, dirigida por Herval Rossano, padre de Herval Abreu, la cual fue censurada por las autoridades de la época por considerar algunas escenas de alcoba como inoportunas. ¿Cómo llegaste a este rol y qué ambiente se vivía dentro del elenco?
Después de un spot publicitario que hice, revisaron a varias personas para este papel. Tenía que ser una chica joven, que jugara tenis. En ese minuto yo no jugaba tenis, pero aprendí, tenía que hacer varias cosas y todas las aprendí, todas. Yo no sabía exactamente qué era lo que estaba pasando en ese minuto con la teleserie, porque la verdad es que yo no estaba metida dentro del círculo, pero después me enteré porque Herval Rossano era muy amigo de Óscar (Rodríguez). Entonces ahí fui entendiendo lo que había pasado. En la historia mi personaje duraba cinco capítulos, ponte tú, y lo prolongaron a quince. Tenía una relación con el protagonista de esa teleserie y era como esos amores prohibidos, esos amores de una persona muy muy mayor y una cabra chica, pero era algo que no podía resultar. Estaba Alejandro Cohen y Sonia Viveros. Fue un personaje bien bonito, pude aprender hartas cosas.
En “Los Títeres” interpretaste a Gloria, un rol que estuvo muy cerca del personaje de Jorge Yáñez. ¿Qué recuerdos tienes de esta producción?
“Los Títeres” fue una historia bien bonita y que marcó, no vamos a hacer comparaciones, “La Madrastra” fue otra cosa, pero esta teleserie fue tremenda. Mi personaje era re lindo, era una huasita que llegaba a Santiago y su misión en la vida era poder tocar la guitarra en algún lugar. Yo me acuerdo que en ese tiempo yo iba a los café concert y algo le pegaba al canturreo, así que por ahí pegó la cosa de cantar. Y para lograr su objetivo, tenía que ganarse la vida y termina vendiendo calzoncillos. Para lograrlo, se encuentra con (el personaje de) Jorge Yáñez, que termina siendo su papá. Una historia muy linda la mía, pero, en general, fue una teleserie impactante.
¿Conociste a Sergio Vodanovic, dramaturgo y guionista de la teleserie?
Sí. Yo me acuerdo que, en esa época, trabajaban algunos en el mismo canal. Tenían sus oficinas, entonces cuando subíamos a buscar los libretos, uno aprovechaba de saludar a las personas importantes. Y para mí, Sergio Vodanovic siempre fue una persona tremendamente talentosa. ¿Cómo se le podían ocurrir tantas cosas e hilar una historia con la otra? Además, él era muy encantador, precioso, una persona linda, siempre con una sonrisa.
¿Cómo recuerdas tu paso por “Ángel Malo”, interpretando tu primer protagónico?
Lo pasaba increíble, aprendí un montón. Hice un personaje que fue un privilegio de marca mayor, en ese minuto, sin tener ni siquiera un ápice de experiencia. Se me delegó la responsabilidad de hacer un personaje muy difícil, un personaje que fuera bueno e hiciera cosas no tan buenas y aún así fuera querido, era difícil. El final fue lo más ingrato, la gente estaba muy enojada porque no querían que mataran a su protagonista, ¿cómo era posible? Pero ella hizo algo que no correspondía y en esa época, cuando los malos eran muy malos y los buenos eran demasiados buenos, unos tenían que pagar y los otros tenían que ser felices para siempre. Fue una teleserie muy potente y me tuve que saber ganar el respeto y el cariño de mis compañeros también.
¿Qué pensaste cuando leíste en el guion que Nice moría?
Aquí va a a quedar «la cagá». Era un final absolutamente atípico. Jamás se había hecho un final donde la protagonista muriera, ¿por qué este castigo tan grande? Pero en aquella época las cosas eran así. Estamos hablando de la Pontificia Universidad Católica de Chile, entonces ahí los personajes si se portaban mal, tenían que pagar, Y bueno, quedó la escoba por primera vez en los finales de las teleseries de Chile.
En “Villa Napoli” fuiste Olivia, una mujer que se enamoraba de un hombre mayor, interpretado por Jaime Vadell…
Era una villa donde estaban los mejores de los mejores; Maricarmen Arrigorriaga, Walter Kliche, Marcela Medel y muchos más. Y trabajar con Jaime Vadell fue lo máximo, es tan encantador, tan generoso. Él escuchaba, se comprometía con la escena al punto que uno creía que lo que estaba haciendo era real, te olvidabas del mundo. Y finalmente terminábamos juntos, el mensaje ahí era que para el amor no hay edad. Era algo muy parecido a mi historia real, yo estaba con Óscar Rodríguez, el director de la teleserie, nos llevábamos por veinte años de diferencia, entonces fue un poco haber interpretado algo parecido a lo que vivía en el día a día.
Al igual que “Los títeres”, “Villa Napoli” fue escrita por Sergio Vodanovic. ¿Con cuál te quedas?
Nada es comparable, cada cosa es única. cada una tiene su propio sello, sus propios detalles, sus propias historias. «Villa Napoli” también fue muy exitosa, en donde los personajes estaban súper bien delineados, claritos, la historia era muy bonita, y trabajar con Sergio Vodanovic una vez más fue genial. Él me decía, por Olivia “este personaje te lo estoy haciendo para ti”. Entonces, ¿qué le iba a decir? ¡Ya poh, aquí estoy! Dándolo todo, una vez más.
En el ’93 fuiste una de las protagonistas de “Marrón Glacé”, donde interpretaste a Vanessa. A pesar de haber vivido una compleja experiencia personal, ¿pudiste, en algún punto, disfrutar del éxito de esta producción?
Fue un personaje bien fregado de hacer porque, para ser una breve reseña, ella era hermana de la Katty Kowaleczko, hijas las dos de Gloria Münchmeyer. Mi personaje estaba muy enamorado de Álvaro Rudolphy, se iba a casar con él y a ella se le mueve el piso con un personaje que entra a trabajar a la cocina, interpretado por Fernando Kliche. Y se empieza a enamorar de él y no sabe como decirle a su pareja de siempre, se ve envuelta en circunstancias muy tristes. Y esas cosas se mezclan con la vida real y no me preguntes el motivo, sólo se traspasa a la vida de una. Fueron momentos bien ingratos, el castigo lo tuve, se me confundió la ropa. Después de esa teleserie, por más que intenté que se resolviera este asunto y llegáramos a una conversación de no echarle la culpa a nadie, el machismo fue una cosa del terror. Me separé al final de esta teleserie y lo más divertido es que hicieron “Marrón Glacé, el regreso” y revivieron al protagonista (Kliche) que habían matado. Y a la gente le dio un poquito de rabia, porque a él le dan la oportunidad y lo resucitan para seguir trabajando, en cambio, la mujer se quedó sin trabajo y le cerraron las puertas en todos lados. El personaje fue bonito, pero lo estaba pasando mal, igual que Vanessa. Pero lo disfruté porque sé que hice un buen personaje, pero lo que estaba viviendo era muy complejo.
Tras algunos años alejada de las teleseries, Herval Abreu te ofrece ser parte de “A todo dar”. ¿Cómo recuerdas esta invitación?
Me sorprendió el llamado. Corté el teléfono y gritaba como loca, no podía creer que me hayan llamado después de seis años y a trabajar nuevamente con Herval, porque con él habíamos hecho varias teleseries. Me acuerdo que nos juntamos en un café y me contó que había hablado primero con Óscar (Rodríguez) y que él le había dicho que sí, que no había problema, que me llamara. Y ésa fue la venia que tenía Herval para juntarse conmigo. Y ahí me hizo la invitación y yo no lo podía creer. Yo pensé que había muerto como actriz y tuve una sensación de que la vida es justa. Me están dando un premio, lo que me va a devolver la vida y la felicidad.
Vuelves a Canal 13 con “Buen partido” y al año siguiente te unes a “Machos”, el gran éxito de Canal 13. Ahí hiciste a Sonia, ¿qué recuerdos tienes?
Fue increíble haberme encontrado con la Vero Saquel, con un personaje muy bonito, donde podía hacer algo importante, con mucha responsabilidad. Ahí entendí el volver a ganarse la vida con lo que uno más quiere, que significa trabajo, que no te tilden como apitutada, que la gente reconozca que te has ganado un lugar. Y que sí había talento y credibilidad, eso fue para mí el regalo más importante. Además, volví a recorrer los pasillos de Canal 13, el patio de los naranjos. La verdad es que me sentí feliz.
¿Qué opinas sobre el trabajo de Herval Abreu como director?
Me parece que Herval es un muy buen director, muy profesional. Yo lo conocí en mis inicios, cuando hice mis primeras teleseries con Óscar, cuando era asistente de dirección. Y con él grabábamos las segundas unidades, siempre. Nos hicimos muy amigos, fue él quien me llamó de vuelta en Megavisión, fue la persona me devolvió el respiro. Y encuentro que es un tremendo profesional, hace muy bien su trabajo. Era un Óscar Rodríguez versión dos, trabajaba muy en su estilo porque fue su discípulo. Aprendió lo mejor, independiente de las cosas que se hayan dicho o no se hayan dicho, yo no pesco eso. Eso ya son rumores, caer en la chimuchina.
En el 2005 fuiste la protagonista de “Brujas”, la exitosa teleserie de Canal 13 que actualmente es retransmitida por las tardes. ¿Qué recuerdos tienes de Beatriz?
Es un personaje que ni siquiera lo planteé, salió nomás. Me sorprendí a mí misma, qué rico cuando pasa esto, cuando te sorprendes a ti mismo, cuando haces algo que ni imaginaste que podrías hacer. Y, ¿qué te puedo decir de “Brujas”? Me encanta, me encanta el personaje que hice, lo pasé bien, me morí de la risa, con las chiquillas del servicio. Al final teníamos de auspiciadores todos los elementos que te puedas imaginar para poder hacer aseo en una casa. Lo pasamos increíble. Me encanta la comedia, mucho más que llorar. Es algo muy bueno, el humor es el mejor remedio para el alma, para todo, sobre todo en los momentos en que estamos ahora, por culpa de esta pandemia, de tanto encierro y de mucho dolor. No hay que perder el humor bajo ningún punto de vista es lo que nos salva de las depresiones. Es la mejor terapia.
¿Qué te pareció el final de “Brujas”? Dante (Jorge Zabaleta) muere en circunstancias parecidas a su padre, Vicente Soler (Laport)
Me impactó que ése era el final, pero era comedia y murió igual que su padre, muerto de la risa. Se trabajó de manera divertida y con humor. Me gustó, lo encontré súper original el final.
En “Descarado”, interpretaste a Amanda Cortés y a A-7, en una historia de ciencia ficción que incluía a clones. ¿Qué te pareció esta teleserie?
Éramos cuatro los que estábamos clonados, o sea, éramos ocho. ¿Tú te imaginas lo que era trabajar con personas que nos venían a suplantar? Porque había unos movimientos, unas peripecias imposibles de realizar. Había que repetir muchas veces las escenas, era en Papudo, en pleno invierno, con mucho frío. Lo más divertido de todo era que el barco era una cosita enana, lo mostraban bien de lejos para que se viera grande, pero nosotros nos convencimos que el barco era para abajo. Rara la teleserie te voy a decir, que te sacaran de una caja y estuvieras clonado, raro. Capaz que hoy día no sea tan raro.
En algún momento dijiste que Chile no estaba preparado para “Descarado”…
¡Yo no quería decirte eso! (ríe). Pero creo que las cagué medio a medio, fue muy desacertado ese comentario. En realidad, lo que quise decir es eso, lo que acabamos de conversar. O sea, veníamos saliendo de una teleserie que fue un exitazo y meterse en esta cosa de ciencia ficción, media rara… Yo creo que la gente lo que quería ver era más risa, cosas más graciosas, más comedia. Y esto era algo muy extraño hasta para nosotros mismos. Yo creo que me sacaron en ese minuto de contexto igual, porque no era que Chile no estaba preparado, no, era que nosotros no estábamos preparados para hacer una teleserie de ese calibre. Pero bueno, me perdonaron rápido.
En el 2011 realizaste tu última teleserie en Canal 13, la nocturna “Peleles”. ¿Por qué decidiste emigrar a la estación pública?
Hacía rato que me estaban llamando de TVN, sabiendo ellos que tenía contrato con Canal 13. Lo que pasó es que yo tuve un infarto antes de “Peleles”, descubrieron que es una enfermedad que se llama Angina de Prinzmetal y que yo debía estar lo más lejos posible de tensión, presión o angustia, porque desencadena en espasmos que me apretaban el corazón y eso podía significar otro infarto. Entonces estaba en tratamiento, esto me tenía más lenta. Pero yo sentí como el cariño se fue transformando en “no recarguemos tanto a la Carola, porque ella no puede verse sometida a ciertas cosas”. O sea, tomaron absoluta conciencia. Y era tan grande el cariño y la preocupación y el cuidado que tenían hacia mí, que mi personaje empezó a cobrar cada vez menos importancia. Y lo que me pasó fue que… entre ser un gomero (…), no era la intención de ellos ni muchísimo menos, pero ellos querían que yo no fuese todos los días para no recargarme. Pero yo lo tomé por el lado de que si le hago caso al doctor y me salgo de esto para quedarme en mi casa, mirando la pared, me muero. Prefiero morirme en las tablas. O sea, que si me quiere venir un infarto, que me venga igual. Y ahí vino esta cosa de que no me están dando un buen personaje. Y ahí vinieron conversaciones más en serio con la Quena. Y lo que me ofrecían al otro lado era un personaje bacán. Entonces, dije “bueno, quizás es el minuto de dar un paso al costado. Lo que significa que no vaya a volver, porque este mundo es redondito. Y partí a probar suerte. Y la verdad es que fueron dos o tres teleseries que hice que lo pasé súper bien, con personajes power.