REC, la señal del recuerdo de Canal 13, se encuentra retransmitiendo la miniserie “Crónica de un hombre santo” (1990), la cual retrata la vida del Padre Hurtado, encarnado por Cristián Campos. Dentro de su elenco estuvo Álvaro Rudolphy, como el Padre Weigel, en lo que fue uno de sus primeros trabajos en la pantalla chica.
“Han pasado muchos años desde que hicimos ese proyecto y me gusta mucho que lo vuelvan a dar. Siempre es especial revivir los trabajos que uno ha hecho y más aún si es parte de mis inicios en la televisión”, confiesa el reconocido actor nacional, agregando que “Canal 13 cuidó mucho esa serie, a nivel de guión, producción, enfoque y actuaciones. Fue un trabajo muy serio y es como si se hubiese hecho para el cine pero en formato de televisión. Las escenas se trabajaban harto y se practicaban bastante”.
Acerca del rol que hizo en “Crónica de un hombre santo”, Álvaro detalla que “era un amigo del Padre Hurtado en aquella época, un cura gringo que estuvo un tiempo acá en Chile. Yo traté de darle ese tono americano, como hablan los gringos cuando llevan poco tiempo en el país. Entonces, para no caer en críticas y hacer un buen trabajo siempre, me preocupé de ver cómo era lo que ocurría con ellos y cómo cambiaban las vocales, los artículos, las palabras que repiten y trabajé el tema de la dicción del cura… su vocabulario en general y que no fuese sólo poner un acento medio gringo”.
A lo largo de sus casi 35 años de carrera en televisión, el Padre Weigel ha sido el único sacerdote que Rudolphy ha interpretado en la pantalla chica, destacando que “ha sido mi único cura y recuerdo que en esa época los curas usaban sotana todos y yo era bastante más flaco, por lo que me acuerdo que, jugando en broma con Cristián Campos, llegamos a un sobrenombre bien especial”.
A lo anterior, el protagonista de teleseries como “Amores de mercado”, “Alguien te mira” y “¿Dónde está Elisa?” agrega que “quedé con el sobrenombre del Padre Faber N°2, porque con lo flaco que era y la sotana que usaba, parecía lápiz mina. Me acuerdo que un día estábamos conversando con Cristián Campos en maquillaje y le digo ‘con lo flaco que soy, parezco lápiz mina’, él se mató de la risa y ahí quedé como el Padre Faber N°2, como los lápices mina Faber-Castell”.
En relación a los recuerdos que tiene de las grabaciones de la miniserie, Álvaro Rudolphy rememora que “todo era muy entretenido, lo hicimos en el colegio San Ignacio de la Alameda y como ese colegio se conservaba muy de época, significaba irse a otros años y todo eso era atractivo y muy lindo”, a lo que añade que “ahí conocí a Felipe Castro, Remigio Remedy y varios actores de mi generación que estábamos recién empezando en la televisión, entonces se generaron varios vínculos interesantes y entretenidos hasta el día de hoy. Fue compartir con nuevos actores que venían de la generación de uno pero de otras escuelas y con otros actores que eran con mucha experiencia, todos secos, por lo que ese elenco era una muy buena mezcla para trabajar”.
En ese sentido, el intérprete sintetiza que “‘Crónica de un hombre santo’ fue una experiencia bastante entretenida de hacer y con bastante seriedad, cuidado, cariño y amor, así que fue un proyecto que atesoró fuertemente en mi memoria y corazón”.