La delicada situación económica de La Red es otra muestra de que, al menos en Chile, resulta prácticamente imposible generar un medio de orientación progresista capaz de sostenerse económicamente y con posibilidades reales de competir masivamente. Creo que la solución pasa por irse al mundo online.
Entre el 2020 y el 2021, La Red presentó una interesante propuesta programática, marcada por la actualidad dura, una línea editorial crítica al gobierno de Piñera, con programas interesantes como “Café Cargado”, “Pauta Libre”, “Hola Chile”, “Mentiras Verdaderas” y “Políticamente Incorrecto”, énfasis en programación cultural (acuerdo con el Teatro Municipal de Santiago) y con pantalla a la diversidad (“Chilezuela”, “Las Gansas”). Incluso habían logrado reconstruir el área de prensa con “La Red Acción”.
Sin embargo, el 2022 hemos visto una parrilla programática sumamente jibarizada. Solamente quedan “Mentiras Verdaderas”, “Hola Chile”, “Así Somos” y “Pauta Libre”. Un porcentaje mayoritario de la pantalla se lo llevan los infomerciales de Antena 3 Directo y Swiss Nature Labs. Han trascendido noticias de no pago de sueldos e imposiciones a los trabajadores, e incluso, al momento de escribir esta columna, se está hablando de paralizaciones de parte de los trabajadores del canal.
Las finanzas han demostrado ser el Talón de Aquiles de la Era Víctor Gutiérrez. La gestión del ex periodista de farándula no ha logrado sustentar su idea programática con un modelo de negocios viable. Ahora La Red depende demasiado de Antena 3 y Swiss Nature Labs y, en un hecho muy simbólico, ya tiene como auspiciador de “Mentiras Verdaderas” a SQM, empresa con una imagen fuertemente asociada al financiamiento ilegal de la política.
El caso de La Red trae a la memoria los casos de diversos medios progresistas o de izquierda con contenido interesante y valioso, pero de alcance limitado, incapaces de sostenerse económicamente y menos aún de crecer más allá de su nicho, y que en muchos casos terminaron desapareciendo, como la Radio Umbral; los periódicos La Época, El Siglo, Punto Final, Diario Siete, Fortín Mapocho y El Metropolitano; y revistas como Hoy, Apsi, Cauce y Análisis.
Claramente las empresas no parecen muy dispuestas a poner dinero en medios que se muestran críticos y opositores al sistema económico donde prosperan. Tal parece que, cuando tienes ideas contrarias al modelo, tienes que olvidarte de la masividad y de competir contra los grandes medios, y concentrarte en un pequeño nicho, donde la influencia será necesariamente menor.
¿Existe algún medio “progre” o de izquierda en Chile capaz de sustentarse financieramente, crecer y volverse competitivo sin tener que venderle su alma al diablo? Más de alguno pensará en la Radio Cooperativa, pilar comunicacional de la oposición a Pinochet en los años 80 del siglo pasado, pero que actualmente tiene el estigma de haberse transformado en un medio más bien “amarillo” y conservador. Para buscar opciones, habría que entrar a considerar emprendimientos online como Súbela Radio, de bajísimo costo de mantenimiento, lo que le permiten depender de pocos auspicios. Otro posible ejemplo es “La Voz de los que Sobran”, que luego de una crisis con algunos de sus periodistas el año pasado, ha ido creciendo poco a poco y ha logrado posicionarse como un medio online relevante.
Tal parece que la mejor estrategia para un medio “progre” es trabajar como si fueran youtubers, tiktokers, instagramers o streamers de Twitch: completamente online, con programación autoproducida y de muy bajo costo, fácilmente sustentable con pocos auspicios y mecenazgo basado en plataformas como Patreon. El avance tecnológico permite que esta modalidad pueda lograr niveles de calidad audiovisual, alcance e impacto similares e incluso superiores a los medios tradicionales. Cabe recordar que en el 2020 Alejandra Matus, disponiendo solamente de su cuenta de Twitter como medio de comunicación, logró poner en tela de juicio el manejo de la pandemia durante el gobierno de Piñera, y probablemente incidir en la salida del entonces ministro Jaime Mañalich.
Aunque suene paradójico, uno de los modelos a seguir es el de Fernando Villegas. Menos de un mes después de ser despedido de la Radio Agricultura y de La Tercera por el reportaje de Alejandra Matus en The Clinic en el que lo dejaron como viejo verde y acosador, el sociólogo y escritor fue capaz de parar un mini-holding en YouTube, encabezado por su canal «El Villegas», que logrado conquistar a un importante nicho de público (215 mil seguidores a la fecha de escribir esta columna, con un botón de plata de YouTube ya ganado) que le permite autosustentarse sin problemas a base de donaciones en Patreon y de unos pocos auspiciadores. Villegas está lejísimos de ser santo de mi devoción, pero hay que concederle que logró cumplir el sueño del pibe de cualquier youtuber: trabajar desde su casa; hacer el programa que se le da la regalada gana, con muchísima más libertad editorial que la que tenía en los medios tradicionales; siendo capaz de sostenerse económicamente y, en una de esas, hasta ganar más dinero que antes; y logrando tanta o incluso mayor influencia que la de antaño.
Por otra parte, ¿valdrá la pena insistir en entrar al mercado de la TV abierta, que si bien todavía tiene mucha influencia, es caro, con una competencia cruenta y cerrada, y viene en decadencia hace mucho rato? La TV abierta hace programas para gente que se crió viendo televisión en televisores, es decir, de la generación X hacia atrás, y no parece interesada en conquistar al público millenial y centennial. Dado esto, tal parece que el futuro para los medios “progres” está más bien en irse a las nuevas plataformas y aprovechar al máximo la tecnología para crear productos audiovisuales de bajo costo y alto impacto, con la posibilidad de ir creciendo de manera sustentable. El futuro de los medios está en el online, que es aún un territorio abierto con muchos sectores sin explorar. Los que lleguen primero a colonizar van a ser los líderes del futuro. Algunos ya lo han entendido y están actuando en consecuencia.