Este domingo 2 de diciembre se cumplen diez años del inicio de uno de los programas televisivos más importantes de la década pasada: “Rojo: Fama Contrafama”. Sin embargo, esta conmemoración se ha visto manchada por la participación del productor musical Jaime Román en la red de explotación sexual de menores de edad descubierta recientemente en la llamada “Operación Heidi”, y por el verdadero coro de ex “Chicos Rojo” haciendo gravísimas acusaciones contra Román, como robar derechos de autor, ser “viejo verde” e incluso de ofrecer apoyo a las carreras de ciertas cantantes a cambio de una apasionada visita a su alcoba (“cama, fama”).
“Rojo” fue, por masacre, el mejor programa de talentos de la TV chilena. ¿Quién se acuerda de los que compitieron en “Protagonistas de la Música” u “Operación Triunfo”? Basta recordar lo que sucedió en el Festival de Viña del 2004, en el cual actuaron Ximena Abarca, ganadora, y lejos la mejor de PDLM; y María José Quintanilla, destacada pero no claramente la mejor de “Rojo”. Mientras la primera pasó sin pena ni gloria por la Quinta Vergara y desapareció rápidamente de escena, la segunda triunfó ampliamente, se ganó todos los premios e hizo uno de los mejores shows de ese festival. Recuerdo que Joe Vasconcellos, jurado folklórico ese año reconoció que “Coté” lo emocionó hasta las lágrimas.
Salvo algunas excepciones como Denisse Rosenthal (“Amango”), Camila Silva y el “Gitano” (Talento Chileno), los participantes de los otros programas buscatalentos han desaparecido. Por otra parte, la mayoría de los artistas nacidos bajo el alero del “tío conductor” han logrado forjar carreras musicales, artísticas y mediáticas bastante estables y dignas. La citada María José Quintanilla está haciendo una muy buena transición de niña prodigio a artista adulta, y está haciendo algo muy audaz: tratar de triunfar como cantante de rancheras en México, la misma tierra de las rancheras (es como si un mexicano llegara a Chile a cantar cuecas); Mario Guerrero ha tenido una carrera estable como baladista, logrando salir airoso del desafío de cantar en el Festival de Viña inmediatamente después del recordado show de Tom Jones; Rodrigo Díaz se ha transformado en un verdadero ejemplo de emprendedor, al combinar sabiamente su talento como bailarín y sus estudios de Ingeniería Comercial al crear su academia de baile; Carolina Soto ha triunfado en festivales internacionales; otras cantantes como María Jimena Pereyra, Monserrat Bustamante (ahora Mon Laferte), Katherine Orellana y Leandro Martínez siguen dando la pelea; Maura Rivera, Yamna Lobos y Nelson Mauri se han transformados en rostros permanentes de la farándula local. Y finalmente, “Rojo” le permitió a Rafael Araneda hacer la transición perfecta de ser una promesa televisiva a transformarse en uno de los mejores animadores de la TV chilena.
“Rojo” no estuvo exento de escándalos: el problema de drogas de Juan David Rodríguez; el choque en estado de ebriedad de Pablo Vargas; el recordado “me duele la guatita” de Christell, etc. Sin embargo, las recientemente conocidas “andanzas” de Jaime Román hablan de que al ambiente del programa estaba teñido por el gris color de la turbiedad. Da mucho que pensar en lo que pudo hacer un hombre que estuvo en contacto con participantes que en esa época eran menores de edad, como María José Quintanilla, Daniela Castillo o Christell, más aún después de la polémica en torno a lo supuestamente ocurrido con Macarena Tondreau y Carolina Mestrovic. Todo esto da para crear una verdadera “leyenda negra” en torno al programa de TVN. Esto es como la acreditación universitaria: basta que haya un caso comprobado de irregularidades y faltas de ética para que el sistema completo quede cuestionado. Independiente de la verdad o falsedad de los hechos, sería una lástima por aquellos artistas genuinamente talentosos y empeñosos que lograron catapultarse a través de este programa.
Una reflexión final: aunque suene cruel o de mal gusto, creo que lo mejor que le pudo pasar a Gustavo Sánchez es morirse antes de que se destapara esta asquerosa olla. ¿Acaso sabía y/o participaba de las cochinas aficiones de su amigo íntimo y compañero de departamento Jaime Román? No quiero ni imaginar el dilema en el cual estaría. Aunque no hubiera participado del festín de lujuria, la asociación con Román lo tendría en una posición muy incómoda. ¿Habría seguido teniendo ganas de radicarse en Chile? Creo que nunca se va a saber. Va a transformarse en uno de los mayores misterios de la TV chilena.