En estos últimos días hemos visto el fin de muchos proyectos televisivos. “El Experimento”, reality que TVN anunció con bombos y platillos con cobertura en Internet 24/7, fue sacado abruptamente del aire y sus máximos responsables, Cristián Mason y Nicolás Quesille, fueron despedidos con viento fresco. Hace poco se anunció el fin de “Sábado por la Noche”, clásico programa de conversación de Mega conducido inicialmente por Juan Carlos “Pollo” Valdivia y posteriormente por José Miguel Viñuela. También se supo de la inminente salida de Carlos Pinto de TVN por no tener proyectos contemplados.
Bien dicen que la TV abierta es cruel. Y desde que el rating es el amo y señor del medio, más cruel se ha puesto. No hay margen para procesos ni para darle tiempo a un programa para que evolucione y mejore. O das resultado, o te cortamos. Así de simple, sin misericordia. Lo del fallido “Experimento” de TVN es un ejemplo de lo anterior. Como el reality no logró cuajar, lo sacaron del aire sin asco. Paradójicamente, “El Experimento” había tenido una buena acogida en Internet, lo cual por cierto no incidió en la decisión final. Internet y las redes sociales están empezando a ser cada vez más importantes como medios. Puede ser que aún no sean lo suficientemente potentes en términos de avisaje, pero no me extrañaría que en pocos años más si lo sean. ¿No habría sido bueno sacar el reality para la TV, pero mantenerlo en la red, explorando la posibilidad de un “reality online”?
La idea del “reality online” no parece mala, pero tiene un problema: implica inevitablemente un riesgo, una incertidumbre, y en un medio con cuatro canales en enconada competencia, no hay margen para arriesgarse, hay poca paciencia con las nuevas propuestas y se corta sin misericordia lo que no funciona en términos de rating, independiente de su calidad. La TV abierta apuesta a “lo seguro”, lo que trae como consecuencia que los programas se copien entre todos, dando por resultado que los noticieros sean iguales, los matinales sean iguales, los realities sean iguales y los programas de talento sean iguales. Salvo los interesantes intentos de La Red y UCV-TV, y algunas golondrinas que no hacen verano como “En Su Propia Trampa”, “Los 80” e “Inútiles y Subversivos” (que no es precisamente un paradigma de calidad, pero explora de manera interesante el humor absurdo y eso se agradece), todo lo demás es plagio, repetición de formatos archiconocidos o franquicias internacionales.
Por otra parte, ¿se justifica el haber echado a Mason y Quesille? Ambos son personas con experiencia en TV, y sin duda van a ser bien recibidos en cualquier canal. Además, llama la atención las diferencias de criterio. Menos mal que no afecta a los animadores, porque de lo contrario Felipe Camiroaga habría durado menos que un candy en el canal estatal, así como otros como Kathy Salosny, Julián Elfenbein, y Karen Doggenweiller. De repente sorprenden los criterios con que los ejecutivos de los canales sacan programas y rostros. ¿Por qué en TVN cortaron “Los Venegas”, que llevaban años y aún en sus últimos años marcaba bien en su horario? ¿Por qué Canal 13 desechó a Eduardo Fuentes a pesar de estar bien evaluado?
La TV abierta es tan cruel que ni siquiera perdona a los que en el pasado los llenaron de rating, publicidad y, a la larga, dinero. El ejemplo más palmario de esto último es Carlos Pinto, quien durante años se aburrió de darle primeros lugares de sintonía a TVN con “Mea Culpa”, “El día menos pensado” y “El cuento del tío”. Por mucho que sus programas no logren la sintonía de antes o que haya tenido un gran tropezón con “El juego del miedo”, creo que Pinto no merece irse de esa manera, guardado en la bodega y sin conocer al actual director del canal al cual le ha entregado la mayor parte de su carrera. Pinto es un hombre talentoso, con un estilo reconocido y que todavía tiene mucho que decir en televisión.