En medio de los constantes rumores que circulan acerca del estado de su relación sentimental con Valentina Torres, mejor conocida como «Guarén», a quien conoció durante su participación en el reality «Tierra Brava», Nicolás Solabarrieta sorprendió al contar que actualmente se está sometiendo a un doloroso tratamiento de carácter estético.
Se relaciona con los múltiples tatuajes que luce con orgullo en buena parte de su cuerpo, de los cuales algunos ya le incomodaban. De hecho, a través de sus redes sociales, el hijo de los periodistas Fernando Solabarrieta e Ivette Vergara confesó que está arrepentido de habérselos hecho y es la razón por la que se los está removiendo a través de un procedimiento que emplea tecnología láser.
Se trata de tres diseños ubicados a la altura de su garganta, que el retirado futbolista decidió eliminar porque ahora se siente incómodo con ellos.
«Cuando me los hice, tenía una idea de cómo quería que quedaran y, con el tiempo, aunque me gustaban, sentía que me hubiese quedado mejor el cuello más limpio«, admitió.
Pequeña tortura
Entre otros, el ex deportista se tatuó en la nuca y en la parte lateral de su cuello un arreglo floral y la fecha de nacimiento de su mamá. En la parte frontal, en tanto, se grabó un rayo, un corazón partido y una frase. Estos tres últimos son los que Nicolás Solabarrieta decidió borrar con el tratamiento.
Claro que esa decisión no ha sido fácil. Por una parte, el hoy creador de contenidos e influencer relató que en una primera instancia recurrió a un centro dermatológico que no ofreció los resultados que esperaba. Tras ello, optó por continuar con el procedimiento en un sitio diferente.
«Estoy contento con el avance, he visto muchos más resultados que en el otro lugar donde me los estaba borrando», explicó Nicolás Solabarrieta.
Sin embargo, cada sesión está resultando ser una pequeña tortura para el joven de 28 años: «No voy a engañar a nadie, duele bastante más que hacerse un tatuaje«, reconoció Nicolás.
Cabe señalar que existen varias técnicas para eliminar o atenuar estos diseños en la piel. Entre estas, la dermoabrasión y la excisión quirúrgica, que pueden ser más invasivas y con mayor riesgo de cicatrices. La elegida por Nicolás Solabarrieta es la más común y efectiva: la remoción con un láser de alta intensidad.
Pero no deja de ser bastante complejo, ya que implica eliminar tinta sin dañar la piel donde está depositada. El láser fragmenta el tinte del tatuaje en partículas más pequeñas, que el cuerpo luego elimina naturalmente con el tiempo.
Muchos describen que la sensación de someterse a este tratamiento se parece al dolor producido por una quemadura solar grave, o como a pequeños pinchazos calientes.